La inacción ante la escasez de huevos por la gripe aviar abre un inesperado frente a Donald Trump
El sacrificio de millones de aves para frenar el brote ha disparado el precio de los huevos hasta máximos históricos, además de provocar escasez y racionamiento
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El presidente Donald Trump ha heredado una economía fuerte con unos mercados laboral y bursátil en auge. Pero la inflación, que parece repuntar; el previsible impacto en los precios al consumidor de los aranceles a México y Canadá, de donde procede buena parte de las frutas y verduras que se consumen en EE UU, y un persistente brote de gripe aviar que ha disparado el precio de los huevos se conjugan para poner en aprietos a un mandatario que, entre la salva de órdenes ejecutivas de su acelerado debut, apenas ha prestado atención a la economía. El margen de maniobra de la Casa Blanca parece acortarse si los precios siguen subiendo, y los 14 dólares que esta semana ha llegado a costar una docena en algunos supermercados de Nueva York no contribuyen a insuflar optimismo entre la población.
La escasez y la carestía de los huevos se ha convertido en una crisis nacional, con la derivada inevitable del racionamiento. La oferta estrangulada ha disparado el precio, con una subida del 14% solo de noviembre a diciembre, cuando el precio medio alcanzó los 4,15 dólares por docena (casi el récord de 4,82 dólares de dos años antes, pero por efecto de la inflación), y el Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, en sus siglas inglesas) prevé que aumente otro 20% este año. Muchos restaurantes están empezando a aplicar subidas, como la cadena Waffle House, con 2.100 locales, que ha añadido un incremento de cincuenta centavos por unidad. Cadenas más pequeñas y locales y restaurantes particulares están adoptando medidas similares.
El precio de la docena de huevos alcanzó esta semana más de ocho dólares en los mercados mayoristas, más del doble que hace un año y el más alto registrado jamás, según Expana, un portal de información sobre la cotización de materias primas. Grandes distribuidores como Walmart y Costco han empezado a racionar la oferta a medida que continúa el sacrificio de millones de gallinas para controlar una variante de la gripe aviar que apareció por primera vez en EE UU hace tres años, que en 2024 fue responsable de la muerte de más de 40 millones de aves ponedoras y que además ya ha dado el salto a las vacas.
El encargado de un Trader Joe’s —una popular cadena de supermercados con 600 locales en el país— recomendaba este martes acudir a primerísima hora de la mañana si el cliente quiere hacerse con la única docena permitida, porque también ha limitado el número de cartones por persona. “Reponemos a diario pero desaparecen nada más abrir, la mayor parte de los días hay gente haciendo fila a la puerta horas antes de que abramos. Si quiere comprar huevos, una sola docena por cliente y por día, tiene que venir antes de las diez, y no le garantizo que para esa hora quede alguno”, explicaba el encargado en una tienda en Nueva York. En los supermercados que no ponen límites, los precios oscilaban entre los seis dólares el cartón y los 14 que llegaron a valer en un supermercado de la Gran Manzana.
No hay signos de desaceleración. La gripe aviar sigue arrasando las granjas, pese a medidas como la de Nueva York de cerrar todos los mercados de aves de corral vivas, y los precios al por mayor se han duplicado en el último año. Escasez, carestía y racionamiento son tres palabras que probablemente no hagan muy feliz a Trump, en las antípodas de sus preocupaciones o las vivencias cotidianas de su círculo. Pero ninguna de sus órdenes ejecutivas o decretos se ha centrado específicamente en la inflación o el precio al alza de los alimentos y sí, en cambio, en la recuperación las pajitas de plástico o la condena a muerte de las monedas de un centavo de dólar. De ahí que las primeras críticas a su gestión no se hayan hecho esperar, mientras los expertos apuntan que Washington y por extensión las autoridades estatales podrían hacer más para frenar la cadena de contagios.
Los responsables del sector, incluida la American Egg Board, reclaman una “respuesta integral”. Las posibles soluciones, sin embargo, son polémicas y costosas, y no existe un amplio acuerdo sobre la amplitud del abordaje. Mientras, el asunto proporciona argumentos políticos: los demócratas acusan a Trump de no hacer nada, pese a su promesa de bajar el coste de la canasta básica inmediatamente después de ganar las elecciones. La Casa Blanca se defiende atacando, al asegurar que los precios han seguido subiendo porque “la Administración [de Joe] Biden y el Departamento de Agricultura dirigieron la matanza masiva de más de 100 millones de pollos, lo que ha llevado a una falta de suministro de pollos en este país, y por tanto de huevos”, dijo la semana pasada la secretaria de prensa de la Casa Blanca.
El virus fue el responsable de la muerte de 130 millones de aves desde 2022, durante el mandato de Biden, según la American Farm Bureau Federation. Pero eso se debe a que el Departamento de Agricultura exige el sacrificio de granjas enteras una vez que se detecta el virus: sucedió bajo la presidencia de Biden y sucede ahora con la Administración republicana. Por ejemplo, los 100.000 patos sacrificados en sólo tres días de enero en la granja Crescent Duck Farm de Aquebogue (Nueva York). La instalación surtía a algunos de los mejores restaurantes de la Gran Manzana.
Según los expertos, puede llevar hasta nueve meses repoblar un galpón de ponedoras, razón por la cual los precios de los huevos seguirán altos este año. Pero hay medidas que el Gobierno federal podría tomar para intentar proteger a las granjas avícolas, mientras la policía prosigue sus pesquisas para averiguar quién —el por qué está claro— robó a primeros de febrero en Pensilvania el remolque de un camión con 100.000 huevos. Como en una chusca ficción de policías y ladrones, el paradero de la carga sigue siendo un misterio.
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