El eterno candidato

ENVIADO ESPECIALNacido en una modestísima familia antioqueña, en la que sólo cinco de los veintidós hijos sobrevivieron a la desnutrición crónica y al cólico miserere, Belisario Betancur, 59 años, tiene los reflejos de un hombre que se ha hecho a sí mismo y que a zarpazos se abrió un hueco en la cerrada sociedad colombiana.

Su rebeldía ante la infancia miserable le llevó a las antípodas del marxismo, a una organización de corte fascista que en los años cuarenta defendió en el semanario Jerarquía al régimen de Franco. Después de militar en movimientos ultraderechistas ingresó en el Partido Conservador, que a los 23 años le hizo diputado.

De su paso por la escuela pública queda el recuerdo de un alumno díscolo, que tuvo que repetir quinto de primaria tres veces, al que gustaban los versos. Después de un paso fugaz por el seminario, de donde le expulsó el actual cardenal de Bogotá, a base de becas se doctoró en Derecho y Economía.

De esta época le queda su tenacidad, una enorme capacidad de trabajo y un bien probado espíritu de sacrificio. También desde entonces elabora un pensamiento político propio, mezcla de un nacionalismo exacerbado y un reformismo ambivalente, de corte populista. Su activismo contra la dictadura del general Rojas Pinilla, con cuya ideología podía, por otra parte, coincidir, le llevó en varias ocasiones a la cárcel.

Desde las posiciones radicales de la juventud ha evolucionado hacia el sector más tolerante del Partido Conservador, sin renunciar a un anticomunismo militante.

Desde distintas posiciones ideológicas tiene numerosas coincidencias con el presidente francés, François Mitterrand. Ambos tuvieron que presentarse cuatro veces a elecciones para conseguir el triunfo.