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La guerra en el Atlántico sur

Dignidad en la rendición

Andrés Ortega

Seiscientos paracaidistas británicos conquistaron el viernes la zona de Puerto Darwin y de Goose Green en el isla Soledad, la Malvina oriental. Unos 1.400 soldados argentinos fueron hechos prisioneros, afirmó ayer el coronel Chistopher Dunphie de la Central de Operaciones Combinadas, quién describió los pormenores de la operación.Doce británicos murieron, entre ellos el teniente coronel Herbert Jones, 31 paracaidistas ingleses y 120 soldados argentinos resultaron heridos, y se teme que las muertes argentinas se cuenten por decenas.

"Fue una de las acciones bélicas más brillantes y valerosas desde la segunda guerra mundial", concluyó Dunphie al término de su relato.

En la noche del 26 al 27 de mayo (hora local) la compañía A del segundo batallón de paracaidistas avanza unos veinte kilómetros desde la cabeza de puente de San Carlos hasta el caserío de Camilla Creek, para fijar una línea de ataque. Aquí se produce el primer enfrentamiento con una patrulla argentina. Es reducida y se toman cuatro prisioneros. Durante el jueves 27 de mayo, el resto del batallón comienza a avanzar desde San Carlos para congregarse en torno a este caserío, apoyado por un grupo de artillería del 305 transportado por helicópteros. Uno de estos, del tipo Scout, es derribado.

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A las dos de la madrugada del viernes el teniente coronel Jones, al mando de este batallón de diablos rojos, lanza el ataque, que pronto se transforma en una larga y encarnizada batalla. El poblado de Puerto Darwin, a siete kilómetros del caserío es el primero en caer, sin gran resistencia.

Pero a medida que las tropas británicas avanzan hacia Goose Green la defensa argentina se hace más tenaz. Desde ambos bandos se disparan los morteros. Los argentinos comienzan a retirarse a fuertes posiciones defensivas que habían preparado con anterioridad.

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Los buques británicos apoyan la operación con un intenso cañoneo. Hace mal tiempo. Los aviones Harrier no pueden despegar, pero sí los Bucara argentinos. Seis de ellos atacan a las fuerzas británicas. Cuatro son derribados por los misiles portátiles Blowpipe y otras armas ligeras.

Es el momento más crítico de la ofensiva británica, que se ve frenada por dos posiciones, desde las que los argentinos disparan sus ametralladoras. Jones sopesa los elementos en juego y decide encabezar un pequeño grupo para reducirlas. La operación es un éxito, pero en ella muere el teniente coronel.

El comandante Chis Keeble no pierde el tiempo y toma el mando de las fuerzas para capitalizar la inercia de la ofensiva. En este delgado istmo, el concepto de flanco carece de valor. A ambos lados está el mar. "La lucha se transforma en un difícil combate de boxeo por la infantería", explica Dumphie. El tiempo ha mejorado algo. Tres aviones Harrier despegan y comienzan a bombardear las posiciones argentinas.

Al anochecer, la compañía A supera el poblado de Puerto Darwin. La compañía B rodea Goose Green por debajo. Por encima, se han situado las compañías C y D. Los argentinos quedan aislados en la pequeña aldea.

Durante la noche, con la ayuda de Allan Miller, responsable de San Carlos, y de Ray Goess, de Goose Green, ambas fuerzas entran en contacto a través de las emisoras de radio que sirven para enlazar en tiempos normales a los poblados de las islas. Acuerdan una reunión para las nueve de la mañana del sábado, bajo bandera blanca, en la pista de hierba de Goose Green. Los periodistas Robert Fox (BBC) y David Morris (Dady Mail) actúan como testigos civiles.

A las 10.50 horas del 29 de mayo , el capitán de escuadra de las fuerzas aéreas argentinas, Wilson Dozer Pedroza, oficial de mayor rango, acuerda la rendición, celebrada en una "ceremonia digna y oficial". 1.400 argentinos se convierten en prisioneros de guerra. Los británicos capturan además tres cañones de campaña, cuatro antiaéreos, dos aviones y munición.

El comandante argentino, en la ceremonia descrita por Robert Fox, hace desfilar a sus fuerzas. Pronuncia un discurso político y entona el himno nacional. Al terminar, los argentinos arrojan al suelo sus cascos y sus armas. Un grupo de ellos gritan jubilosos por regresar a su hogares.

Los argentinos habían accedido a liberar a los 112 habitantes de los poblados que habían permanecido bajo guardia en la sala comunitaria de Goose Green.

Por la tarde, el cuerpo del teniente coronel Jones es traído desde una colina. Un soldado marcha delante. "La silueta de esta ceremonia silenciosa fue la imagen más imperecedera dela jornada", concluyó Fox.

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