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La guerra en el Atlántico sur

Los británicos, a las puertas de la capital malvinense

Andrés Ortega

Darwin y Goose Green han sido recuperados por los británicos. En la ruta de enlace, los marines han reconquistado, según fuentes oficiales, las aldeas de Douglas y Tal Inlet. El camino hacia Port Stanley está abierto. Las fuerzas y el Gobierno británico tienen prisa, por lo que la batalla de Port Stanley no tardará. El grueso de las fuerzas británicas se dirige por el norte hacia la capital, según la BBC. Un destacamento se acerca a Port Stanley por el sur, y unos comandos se han dirigido a campo traviesa para reducir algunas posiciones argentinas.

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Dignidad en la rendición

El Ministerio británico de Defensa considera que los argentinos han formado un arco de defensa, con unos 2.000 hombres, a unos quince kilómetros de Port Stanley. En la capital y sus alrededores están 5.000 o 7.000 soldados argentinos que han dispuesto de dos meses para construir defensas fortificadas.Frente a ellos, unos 5.000 soldados británicos, cuya moral ha sido impulsada por los éxitos de días anteriores. Otros 3.500 hombres, según informes no confirmados, estaban ayer a menos de dos días de las Malvinas, después de haber pasado del Queen Elizabeth 2 a los buques de desembarco.

El Gobierno británico está aún interesado en evitar un baño de sangre, y lo más probable es que intente capturar una por una las posiciones aisladas argentinas que defienden Port Stanley.

Un largo asedio

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Una posibilidad es llevar a cabo un largo asedio, de la capital, desde el mar, desde el aire y desde las colinas circundantes, que permitiera llegar a un alto el fuego en las Naciones Unidas. Es decir, una rendición honorable argentina, sin demasiados muertos. Hay, sin embargo, dos problemas principales, a saber: el posible espíritu de Numancia de los argentinos y la llegada del invierno y el mal tiempo.

La vía rápida, el ataque frontal, supondría de hecho, en caso de victoria británica, la reconquista de las islas, pero a costa de mucha sangre y destrucción, incluso entre la población civil que se trataba de rescatar. Llevaría también a una gran humillación argentina, de imprevisibles consecuencias, sin resolver ninguno de los problemas sobre el futuro de las Malvinas.

De lo que no hay ninguna duda es de que las columnas británicas están avanzando sobre Port Stanley, mientras los buques y aviones británicos siguen bombardeando esta zona. La primera ministra Margaret Thatcher, a pesar de la moderada oposición laborista, quiere resolver este problema cuanto antes. El Parlamento está en descanso primaveral hasta el 7 de junio. El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, llegará a Londres al día siguiente.

Profesionalismo británico

Las tropas argentinas han demostrado hasta el momento una genuina resistencia que ha sorprendido a los británicos, y que sólo ha podido superar el profesionalismo de la fuerza expedicionaria.

En Goose Green y Darwin, los británicos han capturado a 1.400 argentinos. En las dos aldeas del norte, según la versión oficial británica, "no hay informes de combates sobre estas operaciones ni de bajas militares o civiles". Los prisioneros serán llevados a un campo especial en Ajax Bay, península al oeste de San Carlos, especialmente instalado para estos menesteres. De ahí serán trasladados al buque Sir Percival y a un barco mercante, y alejados de la zona de operaciones para ser eventualmente entregados a Argentina.

Los bombardeos argentinos sobre la cabeza de puente han sido más intensos y repetidos de lo que admiten los comunicados oficiales británicos. El sábado, según uno de estos comunicados, un Mirage y un Skyhawk volvieron a atacar, siendo derribado este último desde tierra. Con ello, según una estimación británica, por fin oficial, los argentinos han perdido cuarenta de sus cazabombarderos.

Los corresponsales británicos sobre el terreno han llamado a estos ataques que llegan una hora después de salir el sol "la serenata de los Skyhawk". "He visto morir a un buen número de hombres bravos, muchos de ellos argentinos", decía un corresponsal. "Muchos hombres han muerto en torno a mí, en buques y aviones", comentaba otro periodista sospechando que los pilotos argentinos no son realmente informados sobre la verdadera fuerza de la defensa británica.

Disparos entre dos patrullas

En una ocasión, los aviones argentinos bombardearon un hospital de campaña en San Carlos, seguramente por error. "En estas circunstancias, pueden ocurrir este tipo de accidentes trágicos y desafortunados", fue el comentario del Ministerio de Defensa. En otra ocasión, dos patrullas británicas dispararon una sobre la otra.

El piloto de Harrier Bob Iveson, cuyo avión fue derribado el jueves en un ataque contra Goose Green, consiguió no ser capturado por los argentinos, en cuya zona había caído.

Un helicóptero británico le rescató. Iveson explicó posteriormente que se trataba ese día de su segundo ataque contra Goose Green y de la séptima operación en la que participaba en veinticuatro horas, dando una idea de los límites a los que opera la fuerza aérea británica.

Las fuerzas británicas dicen haber proporcionado información detallada a los argentinos sobre las actividades de sus buques hospitales. Ninguno de ellos, afirma, es utilizado con fines militares. "La única intención es ayudar a evacuar y a tratar a las bajas, muchas de las cuales son argentinas", decía ayer un comunicado oficial de Londres.

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