El Consejo de Seguridad sigue sin encontrar una salida
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas deliberó ayer durante tres horas sobre la crisis de las Malvinas, sin llegar a aprobar ninguna resolución. La mayoría de los países que han intervenido hasta ahora, desde que el sábado se iniciaran las discusiones, ha solicitado que el Consejo de Seguridad "ordene al alto el fuego" en el conflicto. Las deliberaciones se reanudarán esta tarde mientras continúan, al margen del Consejo, los esfuerzos para que el secretario general reemprenda sus esfuerzos negociadores.
España, la URSS y otros países latinoamericanos han solicitado en sus intervenciones el inmediato cese de las hostilidades y que se otorgue un mandato al secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, para que continúe sus esfuerzos de paz -idea en la que también incidió el representante francés- mientras el representante de Estados Unidos ha anunciado que su Gobierno estaba ardientemente deseoso de ayudar a Buenos Aires y Londres a hacer la paz con honor, al tiempo que añadía que Washington consideraba a Pérez de Cuéllar altamente cualificado para cumplir tal tarea.El embajador español, Jaime de Piniés, abogó por una resolución que incluya y signifique "el total cese de las hostilidades y la apertura de negociaciones" que pongan fin a este "trágico error histórico" en que se ha convertido la escalada bélica del conflicto, una escalada "que está abriendo un abismo de incomprensión entre Iberoamérica y Europa" que España, miembro de ambas comunidades "deplora en mayor medida que ningún otros país".
El embajador soviético, Oleg Troyanovsky, que como miembro permanente tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad, afirmó que "el problema de las islas Malvinas es una cuestión de descolonización, ya que fueron ocupadas por la fuerza largo tiempo atrás, y como tal ha sido tratado por las Naciones Unidas en sus comités de descolonización". El diplomático exigió que el Consejo de Seguridad ordene un inmediato cese del fuego y concluyó afirmando que Gran Bretaña intenta castigar a un país en desarrollo con lo que se demuestra que Ias guerras imperialistas no han sido abolidas las políticas de algunos países".
Estados Unidos, por su parte, manifestó que apoyaría sin reservas "toda iniciativa que pueda ayudar a Argentina y Gran Bretaña a hacer la paz con honor".
De lo visto y escuchado hasta el momento pueden definirse algunas líneas generales que van más allá de las múltiples acusaciones de colonialismo de que fue objeto Gran Bretaña.
En primer igual, hay una concordancia de hecho entre Washington y Moscú para apoyar un relanzamiento de los esfuerzos conciliadores entre argentinos y británicos protagonizados por Pérez de Cuéllar aunque tal concordancia no parezca contar con la aprobación, en este momento, de las dos partes enfrentadas.
Concretamente, y en el caso de Londres, parece que el Gobierno de Margaret Thatcher espera que antes de cualquier decisión de reanudar las negociaciones se consoliden definitivamente las posiciones logradas en Puerto San Carlos. Desde este perspectiva, estiman los observadores, Gran Bretaña va a contar con el apoyo de Estados Unidos, que sumaría su derecho de veto al británico a todo proyecto de resolución que Londres considerase contrario a sus intereses militares.
Por otra parte, existe la posibilidad de que Argentina consiga una ligera victoria diplomática si el Reino Unido se ve obligado a ejercer su derecho de veto para hacer frente a una propuesta apoyada por nueve países y que vaya contra sus intereses.
Costa Méndez declaró ayer en Nueva York que Argentina no ha acudido al Consejo de Seguridad a buscar una resolución sino a denunciar el uso indebido de la fuerza por Gran Bretaña. Según el ministro, Argentina está "negociando, conversando y asistiendo" al Consejo de Seguridad porque "no tenemos otra relación más que con las Naciones Unidas. No hay negociaciones paralelas, no hay intervenciones paralelas".
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