El escritor José Bergamín recibe en Huelva el homenaje de la Universidad Complutense
Mientras el escritor y poeta José Bergamín, de 86 años, miembro destacado de la generación del 27, se repone en Aracena (Huelva) de una operación de cadera a la que se sometió hace dos meses, la Universidad Complutense de Madrid le rindió ayer un homenaje en el paraninfo de la facultad de Filosofía y Letras. En el acto participaron el escritor José Manuel Caballero Bonald, el filósofo Fernando Savater y los actores María Cuadra y Adolfo Marsillach, quienes leyeron una serie de poemas y sonetos de sus libros.
El vicerrector Bonet Correa explicó que este homenaje a Bergamín, segundo de los organizados por la universidad regida por Francisco Bustelo y al que le seguirá otro dedicado a Rafael Alberti, se debe a que José Bergamín es una de las mentes más claras y de mayor interés que han dado las letras españolas y al que ya se le puede considerar como un clásico. Fernando Savater, primero en intervenir en el homenaje, se refirió a la faceta teológica de José Bergamín, la presencia del catolicismo en los escritos "de un hombre que hace de su fe católica una fuente de inspiración y de su propio juego creador". "Le supongo heterodoxo", añadió Savater, "porque quiero pensar bien de Bergamín".El filósofo insistió en la imagen sensual del catolicismo que emana de Bergamín, "frente a ese catolicismo falso, lúgubre y oscurantista de la España de siempre. Si muchas veces oímos la famosa frase de 'el imperio hacia Dios', en Bergamín se convierte en la sensualidad como camino hacia Dios. Esa dimensión corporal y sensual de su catolicismo es quizá lo más original y paradójico del escritor".
José Manuel Caballero Bonald se ciñó a su poesía de tendencia popular, y calificó a Bergamín como "un caso atípico de la generación del 27 y de las generaciones colindantes, por su deliberado juego de las contradicciones". Añadió que el poeta "a quien más se parece es a sí mismo aunque tiene la cortesía de ocultarlo, y su obra es tan popular que casi parece anónimo, pretérito". Se refirió también a su veta satírica, y aludió a unos romances dedicados al general Mola y al general Franco, publicados en El Mono Azul, "que no sé por qué no ha querido reeditarlos ahora". Sé refirió a Bergamín como "ese anciano paradigmático, ese católico con pinta de hereje", apoyándose en aquella frase que decía: "Si alguien no me contradice, tendré que reconocer que ya no me creo".
María Cuadra, antes de leer una serie de sonetos de sus Poesías casi completas, recordó las dos satisfacciones más grandes de su vida: "mis tres hijos y haber conocido a Pepe Bergamín".
Amigo de sus padres, la actriz lo conoció a la vuelta de su exilio. "Creo recordar que era en 1960, y vi a un hombre que volvía del destierro y la que parecía una desterrada era yo, que vivía aquí. Desde ese momento fue mi ídolo y pienso que este homenaje debería ser sólo una pequeña parte del reconocimiento que se merece. Ojalá que esto sea una pequeña contribución para que su nombre se cite en el futuro Premio Cervantes. Bergamín no sólo está a la altura, sino que supera a muchos de los ya premiados, por eso sería de justicia que se lo dieran, aunque a él este tipo de premios y homenajes nunca le han gustado. Pero es una forma de que le conozca la juventud, y todo lo que se haga por él merece la pena". Cerró el acto el vicerrector de la Universidad Complutense, Bonet Correa -Francisco Bustelo se disculpó por tener que intervenir en unas oposiciones-, quien se refirió a Bergamín como "poeta, escritor, intelectual y uno de los máximos representantes de la poesía y el pensamiento español", y declaró que es intención del equipo rectoral continuar con los homenajes a los grandes hombres de la cultura española.
Al acto asistieron dos miembros del Ateneo Republicano, del que es presidente José Bergamín, quienes quisieron recalcar el "republicanismo cristiano" de su presidente, así como el alto valor moral del escritor. "Es un hombre que sigue luchando por sus ideas. Nunca negó de sus convicciones. Cuando volvió del exilio, en 1960, a los pocos meses tuvo que refugiarse en la Embajada mexicana, ya que querían encarcelarlo por un artículo que publicó en Caracas, a raíz de la muerte, a garrote vil, de Grimau". Luego vendrían sus tres años de exilio en París, para volver, ya definitivamente, a España.
José Bergamín ignoraba el homenaje de ayer, "porque no quiere acudir a este tipo de actos y nunca lo hizo, pero sabemos que los sonetos que hemos leído le van a gustar", declaró María Cuadra, "y eso es lo importante".
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