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La guerra del Atlántico sur

Argentina rechaza a Estados Unidos como garante de un eventual acuerdo sobre el archipiélago

Una semana crucial para la guerra o la paz en el Atlántico Sur se inició ayer cuando el Gobierno argentino -que reconoció los ataques británicos contra buques de transporte en las islas Malvinas- presentó al secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, un documento en el que fija su postura definitiva en las negociaciones para una solución diplomática del conflicto.

La posición argentina fue debatida intensamente por la Junta Militar y el llamado "Grupo Malvinas" del Ministerio de Relaciones Exteriores durante el pasado fin de semana. Tras quince días de negociaciones bajo el patrocinio del secretario general de la ONU, esta toma de postura se considera como definitiva, al menos en el presente nivel de enfrentamiento bélico. Un alto funcionario argentino, el embajador Arnoldo Listre, viajó el domingo por la noche a Nueva York con este documento y las últimas instrucciones de su Gobierno.La Administración temporal del archipiélagó en litigio, el plazo que durará la misma y el proceso paulatino de desmilitarización del Atlántico Sur, son las principales diferencias que separan a ingleses y argentinos, según fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores, que subrayaron que Buenos Aires ha hecho gala de su voluntad negociadora al suavizar considerablemente su postura inicial.

En efecto, de exigir el reconocimiento previo de la soberanía argentina sobre las islas antes que cualquier negociación, el Gobierno argentino admite ahora que la soberanía sea el "objetivo final" de las conversaciones. Además, Buenos Aires acepta la retirada de sus fuerzas y una administración temporal del archipiélago a cargo de las Naciones Unidas, aunque pide un plazo concreto, que podría ser de año y medio e incluso más largo, para negociar la soberanía sobre las Malvinas.

Pero, según los datos que se han filtrado de la postura argentina que se dio a conocer ayer a Pérez de Cuéllar, Buenos Aires rechaza rotundamente que Estados Unidos sea el garante del acuerdo y es partidario del establecimiento de una fuerza de paz de la ONU en el archipiélago. Por, otra parte, el Gobierno argentino no quiere que los isleños participen en la administración temporal, que debe quedar exclusivamente en manos de las Naciones Unidas. En cuanto a la retirada mutua y simultánea de tropas, Argentina se opone a la pretensión británica de dejar parte de sus efectivos navales a unas doscientas millas del archipiélago, para compensar la proximidad del territorio continental argentino. Por su parte, los británicos rechazan radicalmente la pretensión argentina de que durante el período de transición puedan establecerse ciudadanos argentinos en las islas, o comprar bienes inmuebles en las mismas. La primera mitad de esta semana se considera decisiva en Buenos Aires y en ella se decidirá la orientación del conflicto, bien hacia una difícil solución negociada, bien hacia una escalada militar de consecuencias imprevisibles. No se descarta que durante estos días continúen las acciones de hostigamiento británicas contra las Malvinas, pero ello no modificará la postura negociadora argentina, se asegura aquí.

En el campo militar, el Estado Mayor conjunto reconoció oficialmente ayer el hundimiento del buque Isla de los estados, sin informar sobre el número de víctimas y admitió que aviones británicos Harrier atacaron el domingo, en el estrecho de San Carlos, a los barcos de transporte argentinos Río Carcarañá y Bahía del Buen Suceso. El primero de los navíos se incendió, pero no se registraron bajas entre su tripulación. El segundo fue averiado, sin que se evaluaran los daños sufridos. El Estado Mayor añadió que los dos barcos estaban desarmados y que su misión era el aprovisionamiento de víveres, medicinas y combustibles a los isleños.

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