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La OTAN intentará hoy ponerse de acuerdo sobre la política a seguir con la URSS

Soledad Gallego-Díaz

Los ministros de Asuntos Exteriores de los quinces países de la Alianza Atlántica se reúnen hoy y mañana en Luxemburgo para preparar la cumbre de jefes de Gobierno y de Estado prevista para los días 9 y 10 de junio en Bonn, e intentar reducir los desacuerdos que a propósito de la mísma existen entre Estados Unidos y los europeos. El ministro español, José Pedro Pérez-Llorca, recibió una velada invitación para asistir a la reunión de Luxemburgo como observador, pero ha preferido renunciar alegando que Grecia no ha ratificado aún el protocolo de adhesión de España, aunque muchos observadores atlánticos estiman que la ausencia de Pérez-LIorca se debería más al hecho de que el Consejo de la OTAN tratará nuevamente del conflicto de las Malvinas y reiterará su solidaridad con el Reino Unido y su apoyo a la resolución 502 de las Naciones Unidas, aprobada con la abstención de España.Los jefes de la diplomacia europea discutirán con su colega norteamericano, Alexander Haig, el contenido del documento final de la cumbre de Bonn. Washíngton, que está dispuesto a iniciar inmediatamente las negociaciones START (reducción de armamento nuclear intercontinental) con la Unión Soviética, desea una declaración solemne y dura que despeje cualquier recelo sobre el espíritu de autodefensa de los europeos y su voluntad de instalar los curomisiles. Reagan quiere también el apoyo incondicional de sus aliados ante una eventual acción norteamericana fuera del marco geográfico de la OTAN, así como una advertencia tajante a la URSS de que sus actividades en el Tercer Mundo son consideradas como una amenaza por la Alianza en su conjunto.

Algunos países europeos, como la República Federal de Alemania, Bélgica y Holanda, aún aceptando un comunicado, firme, desean hacer más hincapié en la voluntad negociadora de la Alianza, cara a sus movimientos pacifistas, y se muestran contrarios a consagrar la teoría norteamericana del linkage, según la cual el éxito de distensión entre el Este y el Oeste depende del comportamiento de Moscú en todas las partes del globo.

Aumento gastos militares

Los ministros de Asuntos Exteriores deberán luchar, una vez más, contra la peticiones financieras de Estados Unidos. El general Bernard W. Rogers, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, ha pedido que los aliados incrementen sus gastos militares en un 4,5% real hasta 1988 para reforzar los dipositivos convencionales de defensa. La propuesta de Rogers fue recogida por el secretario de Defensa estadounidense, Caspar Weinberger, en la última, reunión del Comité de Planes de Defensa, pero los europeos se negaron a aceptar los seis puntos.

La polémica es compleja, porque en el fondo subyace un problema mayor de estrategia: la utilización o no de armas nucleares sin previo ataque nuclear. Hasta ahora la OTAN mantiene que, dada la superioridad del Pacto de Varsovia en el dominio convencional, los aliados tenían que reservarse el derecho a utilizar las primeras armas atómicas. La existencia de movimientos contrarios a este principio, no sólo entre los pacifistas europeos, sino también en el propio Congreso de Estados Unidos (propuesta de Rober McNamara) preocupa en Europa, porque su abandono exigiría un esfuerzo económico enorme, inconcebible en la actual situación de crisis.

Los jefes de la diplomacia europea expresarán su más entusiasta apoyo a las propuestas del presidente Reagan para el inicio de las convenciones START (antiguas Salt). El ministro de Asuntos Exteriores de Holanda, Max van der Stoel, ha resumido el sentir de sus colegas europeos: "No veo cómo se puede avanzar en las negociaciones de Ginebra (euromisiles contra SS-20) si no existen al mismo tiempo conversaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética para la reducción de armas atómicas intercontirientales".

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