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Reportaje:

Burgos no quiere que su teatro Principal, del siglo XIX, se transforme en un conjunto de oficinas municipales

Una comisión ciudadana espera recoger 15.000 firmas contra una iniciativa del Ayuntamiento

Los puntos claves de Burgos -el paseo del Espolón, la plaza Mayor, la Llana y el Rastrillo- presentaron hace unos días un aspecto desacostumbrado. A modo de salto festivo, grupos de titiriteros y mimo, danzantes y músicos, ofrecían sus espectáculos ante los paseantes, que se vieron doblemente sorprendidos cuando al final de la inesperada representación, en vez de la tradicional gorra, se pasó un pliego de recogida de firmas. Con las 6.000 firmas recogidas en una semana, las 38 asociaciones culturales y artistas burgaleses organizadores del acto, que se repetirá en domingos sucesivos, hasta alcanzar unas 15.000 firmas, pretenden avalar su petición al Ayuntamiento de que reconsidere su decisión de transformar el teatro Principal de la ciudad, un edificio isabelino de 1858 en sede de oficinas municipales.

La decisión del Ayuntamiento, tomada en un pleno el 1 de abril, con el voto en contra de la izquierda, no ha tenido una respuesta popular favorable. La explicación dada a la ciudad de que el Ayuntamiento necesita una nueva sede porque la actual Casa Consistorial se ha quedado pequeña y de que la sala del teatro es irrecuperable, no ha convencido a amplias capas de la sociedad burgalesa, que estiman que el teatro es patrimonio de todos y fue creado con un fin totalmente distinto del que ahora pretende darle la Corporación municipal.Una comisión ciudadana encabezada por profesores universitarios, arquitectos, artistas y diversos profesionales ha organizado una campaña de salvación del teatro Principal. Esperan recoger 15.000 firmas en las próximas semanas, lo que significaría el 10% de los habitantes de la ciudad y más de un 20% del censo electoral. Los firmantes, de todas las condiciones y tendencias políticas, abogan porque el teatro siga siendo un centro de cultura, máxime por cuanto que Burgos no tiene ningún otro teatro municipal y el Ayuntamiento está pagando elevados precios por el alquiler de salas privadas donde realiza las numerosas actividades culturales que programa. Por su parte, la federación estatal de espectáculos de UGT ha calificado el hecho de "atentado contra la cultura y el teatro, vehículo imprescindible para una sociedad democrática" y recuerda que "es deber de los ayuntamientos democráticos acabar con el abandono cultural".

Un azaroso destino

Lo que no ha conseguido el tiempo y la piqueta -hacer desaparecer un testimonio vivo, aunque temporalmente dormido, de la cultura local- podría conseguirlo ahora la burocracia.El teatro Principal, una bella muestra de la arquitectura decimonónica, fue erigido en 1858 por las corporaciones municipales de la época, cuando Burgos no contaba con más de 28.000 habitantes.

Situado junto al río, en uno de los extremos del paseo del Espolón, el edificio presenta un exterior ordenado con una serie de vanos horizontales siguiendo un ritmo clásico, pero revestidos de una fina decoración propia de la época isabelina. Sus paredes estaban animadas de una policromía, ahora oculta por la suciedad, que le imprimen un carácter festivo que indica claramente su función. "Si se hace desaparecer ésta, el edificio perdería toda su identidad y adquiriría la apariencia de algo momificado, pero carente de vida real", señala Lena Saladina Iglesias, profesora de Historia del Arte en el Colegio Universitario de Burgos y autora de varios libros sobre el Burgos del siglo XIX.

Catalizador de la cultura

Si bien durante casi noventa años el teatro Principal fue el principal catalizador de la vida cultural y social de la ciudad, su existencia ha estado sujeta casi siempre a un azaroso destino, según el talante de las sucesivas corporaciones municipales. Ya en 1883 aparece una moción que pide "se proceda a la tasación del edificio para con sus productos atender a la construcción de un depósito administrativo". Era lo que Luis Alberdi, en su libro El teatro Principal, curiosamente editado por la actual Corporación y prologado por el alcalde, denomina "primer trallazo iconoclasta contra nuestro edificio-teatro". Nuevos intentos de cambios se producen en 1896 y en 1900.Durante los primeros lustros del siglo XX, un signo modernizador preside la gestión municipal, lo que beneficia notablemente al edificio, que es objeto de importantes mejoras. Gracias a ellas, el teatro desarrolló una importante labor cultural durante los siguientes cuarenta años, aunque el desinterés de la época en conservar el teatro fue haciendo mella en sus instalaciones.

No obstante, el interés que la ciudad ha tenido siempre en lo concerniente a su teatro hace que en 1967 el Ayuntamiento vuelva a ocuparse del tema, pero lo hace convocando un concurso a nivel nacional de proyectos de construcción de un nuevo teatro en el emplazamiento del actual. Se premia un proyecto de edificio neogótico de controvertidas características, y unos años más tarde se decide derribar el viejo teatro. Pero el Colegio de Arquitectos de Burgos eleva un informe a la Dirección General del Patrimonio Artístico, quien decreta la prohibición de toda práctica de derribo del edificio.

Con la llegada al Ayuntamiento de la actual Corporación, tras las últimas elecciones, parecía ya seguro que el teatro en su integridad, no sólo el edificio, volvería a ser el centro cultural de la ciudad. Nadie pretendía que se volviese a restaurar la sala isabelina, proyecto muy costoso y no acorde con las necesidades actuales de la ciudad, sino que se construyese una sala de teatro amplia y se adecuase el resto de las dependencias a biblioteca municipal, auditorio, sala de exposiciones, locales de ensayo de los grupos de danzas, música ... ; en definitiva, todo lo que configura la cultura de la ciudad.

Recientemente se iniciaron las obras de consolidación de las cubiertas del edificio, y cuando ya estaban a punto de finalizar, en el primer pleno del pasado mes de abril se presenta una moción de la alcaldía en la que se propone acordar, corno destino definitivo del edificio del teatro, el de futura sede de Ayuntamiento.

Como argumentos a favor de esta idea se señala que la "reconstrucción del teatro sería imposible para la Corporación y que hay en la ciudad salas privadas suficientes que cumplan esta función". Por otra parte, la moción señalaba que sí que era posible afrontar económicamente la reconversión del edificio en oficinas municipales y que el Ayuntamiento necesitaba una nueva Casa Consistorial y el teatro era el edificio ideal para tal menester.

Tras un largo debate, en el que la izquierda expuso múltiples razones en contra, la moción fue aprobada por el grupo mayoritario, UCD, con el voto de los independientes y Coalición Democrática.

Por otro lado, la operación de traslado, calificada por la izquierda de megalómana, supondría la pérdida del actual Ayuntamiento, un edificio neoclásico magnífico que preside el conjunto del caserío de la plaza Mayor, lo que, según Lena Salladina Iglesias, sería un error, puesto que "su presencia es imprescindible para que el espacio de esta plaza siga manteniendo su valor como centro de convivencia ciudadana".

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