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Escepticismo del fiscal tras el juicio por el fraude de la leche en polvo

La impresión generalizada de que sólo una pequeña parte del entramado que rodeaba el llamado fraude de la leche en polvo ha salido a la luz ha sido la conclusión del juicio oral seguido contra catorce procesados y que finalizó en la noche del pasado jueves. El fiscal, que elevó a definitivas las conclusiones provisionales, se manifestó en parecido sentido al aludir a una presumible "falta de colaboración de la Administración", al no aportar datos más expresivos de lo que pudiera ser un fraude mucho más importante".La última jornada del jucio seguido contra catorce personas acusadas de sustracción, venta y receptación de 42 toneladas de leche en polvo desnaturalizada almacenadas en los depósitos portuarios transcurrió con las declaraciones de los testigos solicitados por la defensa. Uno de éstos, antiguo empleado del puerto, puntualizó que, en su opinión, además de las cantidades de leche sustraídas del depósito franco y del almacén Cántabra de Silos, y que están recogidas en el sumario, otras partidas podrían haber sido robadas directamente de los muelles o durante las operaciones de descarga. La comprobación de estos hechos es, en la práctica, actualmente imposible, no sólo por el tiempo transcurrido desde la presunta comisión del delito, sino por el diferente destino dado a estas partidas y que, en algunos casos, se asegura pudieron ser vendidas en Portugal.

Las manifestaciones de los trece acusados, "uno de ellos, Julio Lozano, no compareció por encontrarse en México", negando toda participación en los hechos durante el juicio y rectificando las anteriores declaraciones efectuadas ante el juez instructor, sirvieron a las defensas para solicitar la absolución de sus patrocinados, argumentando que el supuesto fraude de la leche fue "únicamente un invento de la Prensa". A esta tesis se opuso el ministerio fiscal, elevando a definitivas las peticiones iniciales de dieceséis años de prisión para Godofredo Alvés Reigadas y Santiago Elizagaray Ruiz, y de ocho años, para Francisco Arroyo Pla, principales encausados.

Según el relato de los hechos establecido por el fiscal, Alvés, Elizagaray y Arroyo habrían sustraído diecisiete toneladas de leche en polvo desnaturalizada del depósito franco del puerto de Santander, así como otras cantidades menores, a lo largo de los años 1976 y 1977.

Posteriormente, en febrero de 1978, se produjo el robo de veintiuna toneladas en el depósito de Cántabra de Silos, de las que dieciséis habrían sido vendidas al también procesado Marino Haya, quien, a su vez, revendió la mercancía para ser utilizada en la fabricación de chocolates. El resto de los encausados habría cometido delitos de receptación y venta de la leche en polvo sustraída, así como de complicidad.

No obstante, y a pesar de las negativas de acusados y defensores a aceptar la existencia del fraude, toma cuerpo la impresión en medios jurídicos de que el juicio no ha servido para conocer las verdaderas dimensiones de los hechos y de las personas implicadas, de las que sólo una pequeña parte, y no la más destacada, se encuentra en el banquillo de acusados.

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