Aumentan los rumores sobre un inminente desembarco británico

Un comando británico de operaciones especiales puede haber establecido una cabeza de puente en las Malvinas. El destacamento naval británico está en formación de batalla, y el Ministerio de Defensa, en Londres, decretó ayer un apagón informativo sobre los quehaceres de la flota británica. Los rumores son cada vez más intensos de un inminente desembarco británico -limitado- en aquellas islas, reforzados por la beligerancia de que ayer hizo gala la primera ministra, Margaret Thatcher, en la Cámara de los Comunes, donde quedó rota la unidad parlamentaria.
La noticia de que un comando británico había llegado ya a las islas Malvinas fue publicada en primera plana de The Times, bajo la firma de su corresponsal político Julian Haviland. En una de sus últimas declaraciones antes del apagón informativo, el Ministerio de Defensa la desmintió. También había desmentido el jueves pasado la llegada de estos comandos a Georgia del Sur. "Hasta que no apliquemos nuestra presión militar es improbable que los argentinos retiren sus fuerzas" de las Malvinas, declaró Margaret Thatcher en el tiempo de interpelaciones a la primera ministra. Si es un farol, ¿cuánto tiempo lo puede mantener el Reino Unido? Thatcher ha señalado que las negociaciones no pueden proseguir indefinidamente, mientras Argentina refuerza su presencia militar.División parlamentaria
"Si nos negáramos a tomar una acción militar mientras prosiguen las negociaciones, pondríamos en peligro la vida de muchos de nuestros marinos y soldados", señaló Thatcher, a pesar de que el líder laborista, Michael Foot, volviera a pedir que se recurriera a las Naciones Unidas si fracasaba la mediación del secretario de Estado ,norteamericano, Alexander Haig, y que la primera ministra no emprendiera ninguna acción militar antes de haberlo consultado con la Cámara de los Comunes, que ayer, tras un agrio debate, quedó dividida en cuanto a la estrategia a seguir.
La respuesta de Margaret Thatcher se centró en el derecho a la defensa propia que le ha dado la resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Rechazó la idea de enviar a Francis Pym, titular del Foreign Office, a Nueva York y la posible mediación del papa Juan Pablo II, quien la víspera había escrito a la reina Isabel II de Inglaterra para que no estallaran las hostilidades.
Thatcher se refirió no sólo a la imposibilidad de prolongar indefinidamente las negociaciones con Buenos Aires, sino que también sugirió que las adversas condiciones meteorológicas que reinan en el Atlántico Sur forzaban una intervención rápida.
A estas declaraciones se pueden añadir las del almirante John Woodward, comandante del destacamento, a bordo del portaviones Hermes, quien dijo que Georgia del Sur había sido sólo "el aperitivo"; "mi grupo de batalla está formado y dispuesto a atacar..., será un paseo". Según The Times, Woodward tiene ahora carta blanca para intentar un desembarco en las islas Malvinas, pero un ataque contra la capital, Port Stanley, requeriría la aprobación del Consejo de Ministros en pleno. La víspera, Thatcher había sentado que lo que se buscaba era un "uso mínimo de la fuerza". Según el general John Owen, ex comandante de marines, el probable lugar de desembarco sería la Malvina occidental, menos poblada que la oriental.
Thatcher sigue insistiendo en que quiere negociar. El lunes, en unas declaraciones a la BBC, contempló la posibilidad de una administración de las islas por Estados Unidos o la ONU para supervisar la retirada argentina. Una fuente próxima a la primera ministra señaló a este corresponsal que "lo que queremos es volver a la situación que reinaba antes de la invasión, regresando a la mesa de negociaciones, como hemos hecho durante los últimos quince años"; según el corresponsal de defensa de Press Association, la agencia nacional británica, el Gobierno británico estaría entrenando en Gales a 3.000 soldados para defender las Malvinas tras la retirada argentina, "voluntariamente o a la fuerza".
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