Explicación psicológica de una batalla ganada
El comandante al mando de las tropas argentinas en las Georgias del Sur se rindió formalmente a las once, hora de Madrid, de ayer, según informó la primera ministra británica en la Cámara de los Comunes. En contra de lo que se suponía la víspera, la operación británica continuó hasta las primeras luces de ayer. Ninguna baja británica. Un herido argentino. Los infantes de marina británicos hicieron prisioneros 156 soldados y 38 civiles argentinos, que serán próximamente entregados a Buenos Aires.Con las declaraciones de Margaret Thatcher y las explicaciones en el Ministerio de Defensa del teniente coronel Tim Donkin y otras fuentes, se puede reconstruir lo ocurrido en su versión británica. Se desconocen sin embargo los barcos que participaron en esta operación. Donkin dijo tan sólo que las tropas británicas "eran menos numerosas que las argentinas".
Días atrás, un grupo de buques británicos se separó del grueso del destacamento para dirigirse hacia las Georgias del Sur. El jueves, una docena de miembros de las tropas de elite del Special Boat Squadron desembarcó secretamente en la isla para recabar informaciones que radiaron a sus superiores.
En la madrugada del domingo, dos helicópteros británicos regresaban de una misión de reconocimiento al norte de Grytviken, principal puerto de Georgia del Sur, cuando descubrieron el submarino Santa Fe en superficie. Según los británicos, los argentinos dispararon contra los helicópteros. Estos atacaron, tocando por tres veces al submarino y forzándole a refugiarse en el puerto. De él desembarcaron unos cincuenta soldados argentinos.
A las cinco, hora de Madrid, las primeras tropas británicas, llegadas en helicópteros, tomaban tierra cerca de Grytviken, descubriendo que las entradas y los caminos que llevaban al puerto habían sido minados. Los infantes de marina se encontraron con "una resistencia limitada, por no decir poco entusiasta", según Donkin. Dos horas después se entregaba la guarnición argentina de este puerto.
Por la noche, otro grupo de infantes avanzó hacia el puerto secundario de Leith, a unos veinte kilómetros, donde se hallaban dieciséis soldados argentinos. A la salida del sol, los británicos controlaban este centro. A las once, el comandante argentino presentaba formalmente su rendición.
Este comandante y el capitán del Santa Fe habían sido invitados a cenar, en la noche del domingo, a bordo de un buque británico, y según Donkin expresaron su "gratitud por la humanidad con que se había tratado a los prisioneros". Un solo herido: un soldado argentino al que hubo que amputar una pierna.
Como ocurrió con los marines capturados por Argentina, estos prisioneros serán entregados a Argentina. "No sabemos cómo", explicó una fuente oficiosa, "pues nuestros barcos en el Atlántico están más bien atareados estos días".
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