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La Royal Navy llega a las Malvinas

Ultimos esfuerzos de Washington para evitar el enfrentamiento armado

Los esfuerzos diplomáticos para conseguir un arreglo pacífico del conflicto argentino -británico a propósito de la soberanía de las islas Malvinas continuaron ayer en Washington. El jefe del Consejo Nacional de Seguridad británico, William Clark, se entrevistó con el secretario del Foreign Office, Francis Pym, y no se descartaba una entrevista de este último con el presidente Ronald Reagan. La reunión en la Casa Blanca culminó la serie de entrevistas que celebró Pym con el secretario de Estado Alexander Haig, mediador norteamericano en la crisis.Paralelamente a las negociaciones -que por parte estadounidense serán continuadas este fin de semana, también en Washington, con el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez-, medios del Pentágono confirmaban la presencia de varios buques de la flota británica en las cercanías de las islas Georgias del Sur. Situadas a ochocientas millas al este de las Malvinas y ocupadas sólo por 140 soldados argentinos, las Georgias del Sur podrían ser el primer objetivo militar de los británicos en caso de fracaso de los esfuerzos diplomáticos en curso en Washington.

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Francis Pym no ocultó que "existen grandes dificultades" para hallar una solución al litigio de las Malvinas, pero insistió en que Londres desea un arreglo pacífico, sin excluir el recurso a la fuerza armada. El plan presentado por Pym al secretario de Estado norteamericano -base de un futuro compromiso que Alexander Haig negociará dentro de veinticuatro horas con Costa Méndez -es secreto.

Se insiste, sin embargo, en la presión de los británicos en conseguir una retirada previa de las tropas argentinas de las Malvinas como paso previo a cualquier compromiso negociado.

Costa Méndez acude a la capital federal estadounidense para participar en la reunión de urgencia del Consejo de Ministros de la Organización de Estados Americanos (OEA), con objeto de evocar la solidaridad de los países latinoamericanos que fue expresada en el Tratado de Río de Janeiro (1947) en caso de agresión de cualquier nación del mundo a cualquier otro país del continente americano.

Mientras Buenos Aires. presio.la -con disgusto de Washington- para utilizar el foro de la Organiación de Estados Americanos en la defensa de sus tesis reivindicativas sobre las Malvinas, Londres prepara su contraofensiva en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.

Crecen también las presiones parlamentarias en el Congreso norteamericano, que pide al presidente Reagan que mantenga una actitud "clara e inequívoca" en apoyo del Reino Unido.

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