Argentina logra la convocatoria del Consejo de Ministros de Ia OEA a pesar de la abstención de Estados Unidos
Mientras el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, informaban al presidente Ronald Reagan de los aparentemente escasos resultados de su misión de mediador en la crisis de las islas Malvinas, el Gobierno de Argentina lograba ganar la primera batalla diplomática en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). De los veintidós Estados miembros, signatarios del Tratado de Río, dieciocho votaron a favor de la tesis argentina destinada a convocar, a partir del próximo lunes, un Consejo ministerial de la OEA.
Estados Unidos, Colombia y Trinidad-Tobago se abstuvieron por considerar innecesario reunir una Asamblea de ministros de Exteriores de la OEA mientras prosiga la misión de paz de Alexander Haig y mientras sigue en pleno vigor la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. El embajador permanente de Argentina ante dicha Organización, Raúl Quijano, recordó que su país está dispuesto a ir a la guerra si la flota británica "viola" las aguas territoriales argentinas. Quijano añadió que la Armada inglesa, en ruta hacia el Atlántico Sur, "supone un peligro no sólo para Argentina, sino para la totalidad del continente americano y coloca en peligro la paz y la seguridad en la región".
Quijano insistió en que la convocatoria del Consejo ministerial de la Organización de Estados Americanos no pretende conseguir la imposición de sanciones contra Gran Bretaña, excepto en el caso de un conflicto armado.
Por otra parte, la Administración Reagan confirmó la próxima visita, mañana jueves, del secretario del Foreign Office, Francis Pym. Aunque no hay ninguna confirmación oficial, el compromiso posible sería la administración tripartita británica, argentina y estadounidense de las Malvinas hasta la definición diplomática sobre la soberanía de las islas, reclamada por Argentina.
Una gira de 45.000 kilómetros a lo largo de doce días entre Washington, Buenos Aires y Londres no bastó para que el secretario de Estado norteamericano, Haig, haya alcanzado un compromiso de paz en el litigio de las Malvinas. El regateo orquestado por Haig entre el Reino Unido y Buenos Aires fue calificado de arduo por el jefe de la diplomacia norteamericana, que, visiblemente cansado, llegó a la base aérea de Andrews, en las cercanías de Washington, en la madrugada del martes.
La diplomacia volante de Haig, que en caso de fracasar puede tener graves consecuencias para el político norteamericano, quedaba parcialmente eclipsada en Washington por la reunión de urgencia de la OEA. La apacible casa de las Américas, sede de la OEA, estaba en pleno bullicio tras la convocatoria del Gobierno argentino, que recordó los compromisos del Tratado de Río, firmado en 1947 por diecinueve Estados americanos, incluido EE UU.
De acuerdo con el artículo 6 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, denominado también Tratado de Río, "cualquier ataque armado de un Estado contra otro Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos".
Fiel a este principio, Buenos Aires busca, en primer lugar, el apoyo de once de los Estados firmantes del Tratado de Río (convertidos hoy en veintidós), a fin de obtener la mayoría simple necesaria para plantear una resolución que pediría sanciones económicas, políticas y militares contra el Reino Unido en caso de guerra abierta con Argentina.
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