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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Policías y eusquera

Me refiero a la carta de Andrés Sorel, bajo el título "Policía y eusquera", publicada por EL PAIS en su edición del 23 de marzo. Es un escrito visceralmente antipolicial, en línea con la más radical producción panfletaria.Pregunta el firmante por qué no enseñan eusquera a los policías en sus academias especiales. Pues, señor, por la misma razón por la que no se enseña en la Academia de Caballería, en la Escuela Diplomática o en la facultad de Ciencias de la Información: porque no es enseñanza de interés general y prioritario para los respectivos alumnados. Pregunta también que si jóvenes vascos o andaluces podrían asistir a las clases que dan a los policías en sus academias. Por supuesto que sí, señor Sorel, siempre y cuando hayan comparecido y aprobado el concurso-oposición que otorga el derecho a ingresar en tales academias. No podemos dejar de señalar, llegado este punto, el sofisma dialéctico que supone comparar la accesibilidad a una academia policial con la accesibilidad a un centro de enseñanza pública como es el euskaltegi de San Sebastián, donde sólo se exige un requisito legal de participación discente: matricularse.

Eso de que "los policías no son ciudadanos normales" es un juicio tal elemental en su formulación y tan sectario en su índole que desprestigia por sí solo todo el escrito. Además, ¿cómo se puede pretender descalificar a un ciudadano en cuanto tal -es decir, negar a una persona su ciudadanía- sólo porque tenga determinada profesión con jurisdicción y ordenanzas especiales, y cuyo ejercicio requiere tenencia de armas y uniformidad indumentaria? (Lo de la jurisdicción especial es un dato falso más; la policía está sometida a la jurisdicción ordinaria). ¿Y qué despropósito es ese de que "los policías... forman un mundo secreto que nadie puede inspeccionar, conocer, fuera de su ámbito?" Me asalta la duda de si el señor Sorel habrá sufrido alguna alucinación y se confunde de país o de época. Pero ¿es que no se ha enterado de que en España hay un Estado de derecho, regido por una Constitución democrática, en el que la policía es una institución sometida orgánico-funcionalmente al poder ejecutivo, funcionalmente al poder judicial y plenamente fiscalizable por el poder legislativo? Y otra falsedad a desmentir: la única enseñanza ideológica que reciben los policías en sus centros de formación es, fíjese bien, señor Sorel, la Constitución.

En cuanto a esas fórmulas -no consecuencias- de convivencia que el comunicante propone, pues ya están logradas aquí y ahora: los policías viven, no en guetos ni en cuarteles, sino en barriadas y ciudades-dormitorio, como tantas otras personas. Y, en general, ya lo creo que conviven los policías en su trabajo con los demás ciudadanos; si no, que se lo pregunten a tantos y tantos como reciben cotidianamente, de día y por la noche, defensa, protección y auxilio policial. Y quienes, dicho sea de paso, no han sido en absoluto molestados ni perjudicados por esas armas reglamentarias que usan los policías para defender a la sociedad y a sí mismos contra una delincuencia y un terrorismo no precisamente inermes. ¿De veras quiere, señor Sorel, dejar en la indefensión a la sociedad y su policía?

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Y por último, esa postrera y desafortunada frase, tan llena de desprecio para unos dignos, modestos y abnegados trabajadores públicos, se la podía usted haber ahorrado, señor Sorel. Porque los policías no quieren dejar de ser policías. Lo que quieren es ser buenos policías y servir eficazmente a la comunidad. A aser posible, sin que se les discrimine en centros de enseñanza ni se les escupa odio y desdén en forma de carta al director./ Jefe de la Oficina de Prensa de la Dirección General de Policía. .

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