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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Indefensión civiI

LOS ORGANISMOS responsables de la protección o defensa civil tienen un cometido obviamente ingrato. Lo que esencialmente se espera de ellos es que su intervención no sea necesaria. Y sus éxitos, si es que se producen, van acompañados de desastre, ruina y alarma. No obstante, todos los países adelantados perfeccionan sus mecanismos de defensa civil ante la posibilidad de catástrofes naturales o fallos tecnológicos que pongan en precario la seguridad de los ciudadanos. Así, fue una idea acertada conceder rango de dirección general a nuestra protección civil y dar comienzo a un trabajo de coordinación entre diferentes ministerios y a supuestos tácticos ante hipotéticas situaciones de alarma.Pero el balance que puede hacerse de nuestra defensa civil no es positivo. Ayer, una situación atmosférica excepcional privó a Madrid -junto a otras zonas del país- de fluido eléctrico durante demasiado tiempo, creando una situación de peligros potenciales en el tráfico, el transporte subterráneo, los hospitales y los domicilios privados. Este periódico quiso saber cuáles eran las previsiones de Protección Civil ante un apagón generalizado en un núcleo urbano como Madrid, y, en un alarde de sinceridad, se nos informó de que la maypría de los funcionarios de esta dirección general se habían ausentado de sus despachos ante la falta de fluido eléctrico. Es el viejo retruécano de ¿quién protege a los protectores?

La suerte ha favorecido esta vez a los habitantes de Madrid. Pero el apagón de ayer, junto al desusado vendaval y las precipitaciones, pudo dar pie a situaciones muy graves, ante las que Protección Civil no hubiera sabido qué hacer; aunque sólo fuera por falta de luz en sus despachos.

Por otra parte, el concepto pasivo de la defensa civil como sistema de socorro ante las desgracias públicas está ya superado. Existe un concepto activo de la defensa civil que se adelanta a los supuestos de alarma y trabaja para que no se produzcan o para minimizar sus consecuencias. Aunque es cierto que no se pueden acotar los fenómenos naturales, parece que Protección Civil pone más énfasis en la génesis de espectaculares y catastrofistas planes de evacuación de ciudades que en el mantenimiento de la energía eléctrica en los hospitales, por poner un ejemplo.

Quizá las competencias teóricas de Protección Civil sean muy amplias y su capacidad real de decisión muy escasa. El caso es que, ante problemas como la sequía o el envenenamiento por aceite tóxico, la Dirección General de Protección Civil ha tenido poco o nada que hacer y que decir. Y ayer, ante una ciudad apagada y colapsada, nuestra defensa civil suspendía su trabajo por falta de luz. Todo un síntoma.

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