Divergencias europeas sobre la política a seguir ante la crisis
El Gobierno de la República Federal de Alemania (RFA) teme graves divergencias de opinión con Washington y con los demás países de la Comunidad Económica Europea (CEE) sobre el tema de las sanciones económicas contra Polonia, según se afirma en los medios políticos de Bonn.El ministro de Asuntos Exteriores de la RFA, Hans Dietrich Genscher, hizo saber ayer, a través de su portavoz, que lamenta mucho la no celebración, el próximo miércoles, en Londres, de una reunión especial de ministros de Exteriores de la CEE que debía estar dedicada a la crisis de Polonia. Esta reunión, que ha sido transformada en un encuentro de directores políticos de las cancillerías de los diez, era, según Genscher, "necesaria y justificada".
Según medios informados, la RFA pensaba aprovechar esta reunión para constituir un frente unido de los europeos antes del encuentro, el 5 de enero, en Washington, del canciller Helmut Schmidt y el presidente norteamericano, Ronald Reagan.
Pero parece que París y Londres, sobre todo, no están ya de acuerdo con la política de "prudente espera" de Bonn frente a la situación polaca. Estos dos países no están, al parecer, dispuestos a apoyar a la RFA, que continúa siendo hostil a ejercer sanciones económicas contra el Gobierno militar del general Jaruzelski, como lo considera Estados Unidos.
Oficialmente, el Gobierno de Schmidt no ha adoptado aún una posición oficial sobre la cuestión de las sanciones económicas, anunciadas la pasada semana por Reagan. El portavoz gubernamental, Kurt Becker, dijo ayer que, por el momento, se negaba a enjuiciar las sanciones propuestas por el ejecutivo norteamericano. El encuentro del próximo 5 de enero, añadió, permitirá a Schmidt y Reagan discutir con profundidad sobre Polonia y la táctica del mundo occidental.
En fuentes próximas al Gobierno se precisa que Bonn está en contra de las sanciones económicas contra Polonia, que harían aun más difícil la situación interna en dicho país, en un momento en el que la crisis está abierta y no se conoce su desarrollo. La oposición democristiana es partidaria de reforzar la presión moral de Occidente sobre Varsovia y Moscú.
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