Crónica de un golpe anunciado.
"Las autoridades polacas se hacen la ilusión de que en caso de disturbios obedeceremos ciegamente las órdenes porque todavía no estarnos intoxicados por Solidaridad. Declaramos que, aunque todavía no hemos tenido posibilidad de hacernos miembros de Solidaridad, nuestros, corazones están con vosotros. (...) Afirmamos que no vamos a luchar contra los trabajadores. Queremos servirles".Esta fue la reacción de los soldados, el pasado 19 de octubre, de un cuartel de Lublin a la decisión del general Wojciech Jaruzelski de prorrogar dos meses el servicio militar para los que lo iban a terminar antes de fin de año. Cartas abiertas con un contenido semejante llegaban a revistas y agencias de Prensa de Solidaridad.
Estrategia militar
Jaruzelski explicaba su decisión por la necesidad de tener en el invierno, que debido a la crisis económica podría resultar muy duro, a los soldados ya entrenados y preparados. Sin embargo, evidentemente, se trataba de querer evitar el reclutamiento de una nueva quinta, ya que ésta, en su mayoría, estaría formada.por miembros del sindicato. El servicio militar en Polonia dura dos años; para Jaruzelski, los actuales reclutas eran los últimos soldados que no habían tenido contacto con Solidaridad.
La actitud de los polacos hacia los militares es ambigua. Por una parte, existe cierto desprecio hacia los oficiales, que casi en su totalidad son militantes del Partido Obrero Unifiocado Polaco (POUP, comunista), gozan de privilegios semejantes a los que disfruta la nomenclatura y quizá constituyen el grupo más prosoviético dentro de la sociedad polaca. Por otra parte, sínembargo, el uniforme militar provoca en los polacos cierta simpatía. Es un fenómeno relacionado con la tradición histónea que se remonta a los tiempos de la dictadura del mariscal Pilsudski.
Por ello, cuando, en febrero de este año, el general Jaruzelski olcupó etpuesto de primer ministro, se daban muestras de satisfacción incluso dentro de Solidaridad. Todos o muchos querían creer que iba a ser el hombre providencial para la patria. Hay que decir que, al principio, el general hacía esfuerzos para mantener esta imagen. Además, ofrecía indicios de querer ganarse a los líderes del sindicato.
Para su primera entrevista con Lech Walesa invitó al quefue comandante del líder de Solidaridad, ,cuando éste hacía el servicio militar, queriendo ofrecerle una sorpresa agradable. Al líder de Szczecin, Marian Jurczyk, le dio el número del teléfono particular de su casa, diciendo: "Si necesita algo, me puede llamar incluso en la madrugada".
Después de agosto, el peligro que parecía más inmediato era la intervención soviética. Pero uno se acostumbra hasta a su propio temor, pues diez meses después de la revolución en Solidaridad había pocas personas que tratasen la posibilidad de la intervención militar soviética como algo real, aunque los miembros del Gobierno, en varias conversaciones, daban a entender que tal peligro era omnipresente.
Nuevas amenazas
La novedad en el repertorio de amenazas surgió el pasado junio. Unos pocos líderes del sindicato se reunieron con el viceprimer ministro Rakowski para reclamar el cumplimiento de un acuerdo entre el Gobierno y Solidaridad en que se había prometido castigar a los culpables de los acontecimientos de Bydgoszcz. El sindicato amenazaba con una huelga general y Rakowski citó extensos fragmentos de una reciente carta del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética dirigida al mismo organismo del POUP, e insinuó que la intervención era ya casi inevitable.
Aquel mismo día, en una conversación informal con estos líderes del sindicato, el vicepresidente de la Dieta planteó el mal menor: la posibilidad de que el Parlamento polaco votase el estado de excepción para evitar la intervención exterior. El juego produjo el efecto deseado: se llegó a un acuerdo, que luego nunca ha sido respetado por las autoridades, pero que otra vez más permitió evitar una huelga general.
Durante el verano, y en la época del congreso de Solidaridad, esta amenaza aparecía de cuando en cuando. Sin embargo, la Constitución polaca no prevé el estado de excepción, sino solamente el estado de guerra. La ley marcial en una época pacífica parecía a muchas personas casi surrealista.
Mirando hacia atrás y desde lejos, se tiene la sensación de que todos los acontecimientos anunciaban inevitablemente lo sucedido en la madrugada del 13 de diciembre. Sin embargo, la sorpresa fue total. En una conferencia telefónica efectuada unas pocas horas antes del golpe, el sábado por la tarde, un periodista del sindicato expresaba desde Varsovia su relativo optimismo, diciendo que la ley de excepción solicitada por Jaruzelski en el último pleno del POUP no tendría la mayoría en la votación del Parlamento.
Conflictos internos
Es significativo que incluso la decisión tomada por Jaruzelski de mantener a los soldados más me.ses en el servicio militar no provocara mayores inquietudes, lo que ahora parece casi increíble. El 22 de octubre, el vicepresidente regional del sindicato. en la ciudad industrial de Lodz, Jerzy Kropiwnicki, decía que todas las alusiones al estado de excepción por parte de las autoridades eran su nuevo truco; que el Gobierno no podía estar seguro de las fuerzas de que disponía, ya que existían serios conflictos dentro de los cuerpos de la milicia y, además, que en una encuesta entre los oficiales del Ejército solamente el 17% han dado una respuesta positiva a la Pregunta: "¿Utilizarías tu arma en defensa del socialismo?".
Para la Unión Soviética, la situación actual es muy cómoda: no pasa nada; los polacos están simplemente lavando sus trapos sucios. Es un problema suyo y, por supuesto, nadie desde fuera tiene derecho a meterse en ello.
Pienso que tal vez fuesen proféticas las frases que en la sesión de la comisión nacional de Solidaridad, el pasado 22 de octubre, pronunció el antiguo portavoz y entonces miembro de la presidencia .de Solidaridad, Janusz Onyszkiewicz. Según su opinión, el momento en que nuestro problema deje de ser exclusivamente nuestro estallará una guerra civil. "Creo que cuando estalle la guerra civil -y hay bastante frustración en el pueblo para que estalle-, ennuestro país puede verificarse una intervención exterior, y esto puede producirse en una situación en que incluso los países occidentales la aceptarán con un alivio farisaico".
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