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La Orquesta Nacional, ante los problemas de las oposiciones, el reglamento y la infraestructura

El Boletín Oficial del Estado, del pasado día 24, publica una orden por la que se convoca oposición, en turno libre y restringido, para cubrir ocho plazas de profesores titulares de la Orquesta Nacional: dos violines, un viola, un violoncello, un contrabajo, una flauta, una trompeta y un fagot-contrafagot.A la oposición de turno libre pueden concurrir todos los profesionales especialistas del instrumento en cuestión, y a la de turno restringido (un violín, un violoncello y un contrabajo), sólo aquellos que venían actuando en la orquesta en calidad de contratados temporales. Las solicitudes se enviarán dentro de un plazo de treinta días hábiles. Hace tiempo que se viene hablando de la falta de convocatorias para cubrir los puestos vacantes en la Orquesta Nacional e, incluso, esta circunstancia se ha citado, en ocasiones, como uno de los problemas a solucionar antes que el director asociado, Jesús López Cobos, se decida a ocupar el puesto de titular, proyecto de todos conocido.

Según el director general de Música y Teatro, Juan Antonio García Barquero, la falta de dichas convocatorias -la última tuvo lugar en 1977- se debía a una congelación de plazas determinada por Hacienda, subsanable -como lo ha sido ahora- en cuanto se hicieran, a nivel adecuado, las gestiones necesarias, empeño en el que García Barquero no ha cejado desde el momento mismo que se hizo cargo de su puesto.

Los profesores de la nacional, en su doble condición de profesionales artísticos y funcionarios no escalafonados del Estado, han sufrido a veces las consecuencias de disposiciones generales que, de ninguna manera, son aplicables a una orquesta cuya formación no puede estar sujeta a disminuciones o congelaciones. Tanto es así que cuando el hecho se produce resulta necesario acudir a la contratación temporal de profesionales que adquieren unos determinados derechos (concretamente, el de la convocatoria de cierto número de plazas en régimen de turno restringido).

Es inevitable que la solución de semejantes problemas obligue a la Administración, en su calidad gestora, a múltiples actividades que poco tienen que ver con las musas, pero que forman parte de una necesaria infraestructura, imprescindible para que las musas funcionen. No es sólo la cuestión de las oposiciones, sino otras muchas las que estaban y aún están pendientes de resolución.

Con motivo del nombramiento de Tomás Marco como director-gerente de la Orquesta y Coro Nacionales, se ha levantado la mínima estructura necesaria para que el organismo autónomo constituido por ambas entidades pueda normalizar su marcha y realizar, con buen orden, la tarea que le corresponde.

Después de cuarenta años de existencia, la Orquest al Nacional carece todavía de reglamento de régimen interior, previsto por los legisladores, herramienta sin la cual muchos aspectos de la vida diaria de la agrupación permanecen sin articular, por lo que hay que arbitrar soluciones provisionales que, ni siquiera por efectos del uso, pueden ni deben acabar convirtiéndose en permanentes.

Varios proyectos de reglamento se hicieron a lo largo de la existencia de la nacional, pero ninguno llegó al puerto deseado: la promulgación y su posterior cumplimiento. Nos dice García Barquero que, en estos momentos, el reglamento está a punto y que no pasará mucho tiempo hasta su publicación en el BOE.

Previsiones todas que se habían tomado acuciantes. La ONE, como organismo vivo, sigue su vida y, entre las inevitables incidencias, hay que prever nuevas jubilaciones por edad que deberán dar inmediato lugar a convocatorias libres para la provisión de las vacantes. Por mucho que esto suene a administración o burocracia resulta que se trata de necesidades primarias que acaban reflejándose -según se resuelvan o no, se aborden bien o mal- en la versión que escuchamos de Beethoven, Mahler o Luis de Pablo.

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