Expectación ante el contenido del nuevo reglamento taurino
El subsecretario del Ministerio del Interior, Juan José Izarra del Corral, ha manifestado a EL PAIS que para la próxima temporada ya regirá el nuevo reglamento taurino, el cual podría ser aprobado en un próximo Consejo de Ministros. Nadie entre taurinos -por supuesto tampoco entre aficionados- parece conocer su contenido y hay una gran expectación, pues todos dan por sentado que el reglamento puede producir efectos inmediatos en el desarrollo del espectáculo, y no necesariamente positivos.El concejal de UCD Eduardo González Velayos, que forma parte del consejo taurino de dicho partido y participó activamente en la propuesta de nuevo reglamento, reconocía a este periódico que tampoco sabe nada acerca del texto definitivo. Sin embargo, quiso aclarar que UCD ha contemplado con especial atención dos temas tan esenciales, como son el afeitado y la suerte de varas. En aquél se unifican responsabilidades que hasta ahora estaban desperdigadas por diversos organismos, al tiempo que se endurecen las sanciones, y en éste, se propone un nuevo peto, al tiempo que se mantiene la obligatoriedad de las tres varas, si bien habrá una cláusula de excepcionalidad respecto a las reses cuya falta de fuerza sea evidente. Se atribuyen al presidente de las corridas atribuciones máximas.
La excepcionalidad a que antes nos referíamos, si se mantiene en el reglamento que finalmente vaya a ser aprobado, supondrá el riesgo inmediato de que el monopuyazo quede legalizado. La contradicción no puede ser más ridícula: por una parte, el reglamento dirá en uno de sus artículos que el toro debe reunir condiciones óptimas para la lidia, en cuanto se refiere a sanidad y fortaleza; por otra, en un artículo posterior, admitirá que tales Condiciones no existan, ya que contempla el caso como excepción para la prueba de varas.
Conviene recordar que una reforma del reglamento fue estudiada hace dos años, con amplia participación de los distintos estamentos taurinos, y aquello fue un caos, pues el presidente de las reuniones -que, por cierto, era un funcionario del Cuerpo Superior de Policía- sometía a votación los temas más debatidos -es decir, los más delicados y trascendentales- y solía ganarlos la representación profesional, pues votaban en bloque matadores de alternativa, retirados y en activo, novilleros, banderilleros, picadores, contratistas de caballos, toreros cómicos, puntilleros, mozos de espada. Como es obvio, lo que votaban era ventajoso para sus intereses en orden a comodidad, menor riesgo, disminución de la cuantía de las sanciones, ambigüedad respecto a las especificaciones técnicas de la lidia, etcétera.
Cuando se estudiaba el reglamento de 1962 ocurrió algo parecido. En aquella ocasión, K-Hito, que formaba parte de la comisión, dijo en público a los reunidos: «No sabía yo que los reglamentos de Aduanas los tenían que hacer los contrabandistas ». Y se marchó. Fue una frase que ha quedado para la historia de la tauromaquia y sus reglamentaciones, pero no sirvió para mucho, pues aquí hay una nueva reforma -la primera, desde entonces- que medio toreo confía en manipular. Pero, mientras tanto, los aficionados están en vilo y desconfían de cualquier nuevo reglamento emanado del Ministerio del Interior, cuando este mismo departamento ha demostrado su ineficacia para hacer cumplir el que ha permanecido vigente durante veinte años.
Babelia
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