El síndrome tóxico se cobró ayer la víctima mortal número doscientos
Una joven de diecinueve años y un soldado de la misma edad, fallecidos ayer en Madrid, han elevado a doscientos el número de víctimas mortales del síndrome tóxico, conocido en principio como neumonía atípica. La estadística alcanza este siniestro listón seis meses y tres semanas después de que se detectara la primera muerte, la de un niño de ocho años, de Torrejón de Ardoz, toda cuya familia está hoy afectada del mal. Las doscientas muertes se distribuyen así: 131, en la provincia de Madrid; dieciocho, en León; dieciséis, en Valladolid; diez, en Segovia; cinco, en Palencia; cuatro, en Avila y Zamora; tres, en Salamanca y Guadalajara; dos, en Orense, y una, en Toledo, Córdoba y Soria; si bien en alguno de estos casos la enfermedad fue contraída en viajes a Madrid.
La madrugada del pasado 1 de mayo, una fuerte desgracia sacudió a la familia Vaquero García, de Torrejón de Ardoz: el menor de los hijos, Jaime, de ocho años, moría inesperadamente. Se sintió mal por la tarde y, tras una visita al médico de urgencia, regresó a casa. Su estado se agravó y, tras una nueva consulta, el médico decidió que se imponía el traslado a La Paz. Bajó por su pie a la ambulancia, pero ya no saldría con vida de ella.Al día siguiente, varios otros miembros de la familia se sintieron enfermos, con tos, mareos, alta temperatura, dificultades respiratorias y dolores musculares. La familia Serrano, que habita en la misma calle de Campiña que los Vaquero, dos puertas más arriba, también cayó víctima del mismo mal. A los periódicos saltó la noticia de que una extraña epidemia se estaba extendiendo por Torrejón. España comenzaba a entrar en un período angustioso del que aún no se ha liberado.
El día 11, Sanidad acepta oficialmente la existencia de la epidemia. Para ese momento se han registrado ochenta casos, con cuatro fallecimientos. La mayoría de las víctimas son niños. Se descarta que se trate de la enfermedad del legionario, como se había pensado en principio, y se asegura que existe un antibiótico que cura el mal, si bien no se da su nombre para evitar unas aglomeraciones en las farmacias que acabarían con las existencias. «Estamos ante un brote poco contagioso y no peligroso», afirma el doctor Valenciano, director general de la Salud. El anuncio de que existe la epidemia y el hecho de que algunas de sus víctimas hayan sido mortales, provoca una afluencia masiva a todos los hospitales madrileños.
Polémica y cese
El doctor Muro, director del Hospital del Rey, se adelanta a las investigaciones oficiales y anuncia que, en su opinión, la enfermedad se sufre a partir de la ingestión de algún alimento contaminado. Eso provoca su cese fulminante por agotamiento, y al tiempo se detecta una enorme baja en el consumo de hortalizas y fresas de la cuenca del Tajuña, acusadas de portadoras del mal. Otros bulos culpan a los animales domésticos, y son sacrificados no pocos perros, pájaros y gatos. Poco a poco comienzan a detectarse nuevos casos fuera de Madrid, en la meseta norte especialmente.Sancho Rof, ministro de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, trata el 21 de mayo de tranquilizar a la población. En conferencia de Prensa, parte de la cual fue ofrecida por televisión, afirma que la enfermedad es menos grave que la gripe, que la causa un «bichito, del que conocemos el nombre y el apellido, sólo nos falta el segundo apellido». El bichito «es tan pequeño que, si se cae de esta mesa, se mata». Cuando se cumple un mes del primer fallecimiento, ya son veintiuna las víctimas mortales y 2.500 los ingresados, muchos de ellos de fuera de Madrid. Al tiempo comienzan reingresos de enfermos que fueron atendidos en principio, y cuya situación, tras ser dados de alta, se ha agravado.
El aceite
Sólo el 11 de junio las distintas investigaciones de laboratorio llegan a la conclusión de que el mal puede estar provocado por la ingestión de aceite de colza desnaturalizado. Se desencadena un gran escándalo, que da lugar a que la población española descubra que existe, desde 1974, un desfase de 250.000 toneladas anuales entre el aceite de oliva que se produce y el que se consume, sin que la Administración haya puesto remedio a ello. Sale a la luz una lista de dieciséis marcas peligrosas y se recomienda a la población no comprar aceite a granel. Hay veintiséis detenidos. El Gobierno decide canjear por aceite de oliva todo el aceite tóxico que ya hubiera sido adquirido, así como un programa de indemnizaciones a los damnificados. El PSOE consigue que en el Congreso se lleve a efecto una votación para reprobar la gestión de los ministros Sancho Rof, García Díez, García Añoveros, Lamo de Espinosa e Ignacio Bayón, todos cuyos departamentos estaban implicados en la catástrofe. Los cinco ministros superaron la votación. Francia prohíbe la importación de conservas españolas por miedo a que estén elaboradas con aceite venenoso.Hasta hoy, la situación no ha variado. No se han detectado aún antídotos realmente eficaces contra la enfermedad y sigue el goteo de muertes. La familia del primer afectado es quizá el ejemplo más patético de lo que está sufriendo el país. El padre y cuatro hermanos, entre ellos un gemelo del fallecido, se encuentran internados en una clínica de Cercedilla. La madre y otro hermano, más graves, están en el Clínico, en Madrid. Sólo el mayor no está internado, y ello porque, de hacerlo, perdería la beca con que estudia en Alcalá de Henares la carrera de Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones, pero sufre serios problemas en las piernas. La casa de Campiña, 11, en Torrejón de Ardoz, está vacía. La familia no ha recibido ninguna subvención oficial. Sólo 85.000 pesetas recaudadas entre los vecinos.
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