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Crítica:CINE / "TRAGALA, PERRO"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La monja de las llagas

Los intereses políticos que impulsaron el supuesto fenómeno de las llagas de sor Patrocinio, la monja amiga y confidente de Isabel II, son la base argumental del segundo largometraje de Antonio Artero.Trágala, perro se basa en el proceso investigador al que dieron lugar las famosas llagas, y que llegó a la obvia conclusión -reconocida por la monja- de que tales heridas no eran de origen divino, sino humano y bien humano.

Aunque aún hay historiadores que tratan de explicar cómo algunos de aquellos doctores que analizaron las llagas de la monja rectificaron su diagnóstico antes de morir, señalando que no habían sido provocadas y que, por tanto, tenían un origen misterioso, Artero limita su película a la objetividad del proceso y posterior confesión de la monja, dejando para los crédulos recalcitrantes una posible rectificación histórica.

Trágala, perro

Dirección: Antonio Artero. Producción: Nicolás Astiarraga. Fotografía: Teo Escamilla. Intérpretes: Amparo Muñoz, Fernando Rey, Lola Gaos, Tina Sainz. Española, 1981. Locales de estreno: Carlos III, Princesa y Windsor A.

Trágala, perro se incluye así en una línea de cine descriptivo que el director adorna a veces con imágenes barrocas o expresionistas, pero que tienen su base en la sencilla ilustración de un texto literario. Esta autolimitación del planteamiento impide que la película alcance una descripción de la época suficientemente compleja, reduciendo su capacidad de espectáculo a un didactismo a veces demasiado elemental. Pero es un camino válido, apasione o no.

Quizá uno de los errores de la película, que obliga incluso a un incómodo distanciamiento con lo que en la pantalla ocurre, se encuentre en esos actores con voces dobladas que se hacen irreconocibles. No disponiendo de personajes bien trabajados en el guión, la interpretación tiene que basarse en la creación de tipos. Hay actores, como Lola Gaos o Tina Sainz, que pueden darlos con facilidad, a condición de conservar la peculiaridad de unas voces ya familiares para el espectador; pero Artero las ha cambiado, sin duda, para provocar un efecto contrario. Sin embargo, es una decisión bastante discutible.

Trabajo, en fin, honesto y serio, aunque no logre desarrollar todas sus posibilidades.

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