_
_
_
_
Reportaje:

La URSS posee más sumergibles que las tres principales potencias occidentales juntas

Refiriéndose recientemente a ellos, el presidente francés, el socialista François Mitterrand, declaró: "Francia dispone de este arma, que es, quizá, el elemento principal de su estrategia militarde disuasión. No para hacer la guerra, sino para que no haya guerra"La disuasión, como la coexistencia pacífica, está basada en el convencimiento general de que ningún país saldrá ganador de un eventual enfrentamiento nuclear de que todos serán arrasados.

En el caso de los submarinos estratégicos, su única misión es estar en condiciones de propinar al adversario un golpe mortal, aun después de que éste haya destruido el país de bandera de los sumergibles.

"El submarino nuclear lanzador de misiles representa la casi certidumbre de poder asestar un segundo golpe", es decir, la seguridad de que cualquier agresor será destruido, escribía recientemente el experto francés Jean Schmitt.

La revolución llegó con el submarino atómico, que purifica su aire, fabrica agua dulce y, mantiene una temperatura constante.

El ejemplo de "Le Tonnant"

Le Tonnant -con sus 1.35 hombres (promedio de edad, veinticinco años), sus víveres y sus bombas- costó 4.000 millones de francos franceses, unos 680 millones de dólares. ,

Le Tonnant puede, a varios kilómetros de distancia, identificar la potencia y el tonelaje de un navío, así como determinar su nacionalidad.

Por su parte, los soviéticos y norteamericanos están construyendo submarinos de 1.8.000 y 20.000 toneladas, que pueden sumergirse hasta ochocientos metros y transportan veinticuatro misiles con un alcance de hasta 7.500 kilómetros que pueden ser disparados sin necesidad de emerger.

La autonomía de un sub es casi ilimitada. El núcleo del motor atómico puede durar siete años sin recargarlo: sólo el hambre o una crisis de nervios de su tripulación podría obligarle a salir a la superficie. En una ocasión -sólo una se conoce- hubo que hacerlo debido a una operación de apendicitis... al médico de a bordo.

Un submarino atómico posee una central atómica y 29.000 instrumentos, detectores y ordenadores, que regulan la vida del enorme cetáceo metálico. Se trata de un monstruo silencioso, cuyos aparatos detectan todos los ruidos: los del oleaje y las corrientes marinas, los de los grandes peces, los navíos, los aviones.

Si un sub desapareciera bruscamente, la investigación sobre las causas sería muy complicada: ¿fue atacado? ¿se accidentó? Puede resultar imposible saberlo.

Y también encontrarlo: un sub no tiene objetivos, sólo un área geográfica extensa que recorrer -el Mediterráneo, el Indíco, el Atlántico sur- y unas órdenes de ataque secretas que sólo el capitán puede obtener de la memoria del ordenador o mediante una orden en clave que le es enviada inesperadamente. El capitán dirige, bajo su sola responsabilidad, la navegación: ordena el rumbo a seguir, decide qué hacer ante cualquier hecho intempestivo.

El submarino nunca transmite. Sólo capta mensajes, señales. Si debe atacar, ascenderá a treinta o cuarenta metros bajo el nivel del agua y disparará, uno a uno, con intervalos de un minuto, sus misiles atómicos.

La tripulación no sabe nunca a dónde se dirige, ni si hará escala, ni cuándo regresará a casa. Los hombres tienen un régimen de trabajo estricto y varias horas libres, en las cuales pueden ver televisión (video), cine, hacen trabajos manuales (bricolage). Los hombres reciben noticias de sus familias, siempre breves.

Sin embargo, dice el almirante francés Jacques Pieri, la vida del submarino depende de centenares de hombres que no están en él, que le envían informaciones en clave desde barcos de superficie, desde aviones o desde tierra. "No son 135 hombres los que trabajan para Le Tonnant, sino un millar por lo menos".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_