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Tribuna:Nicaragua, una revolución acosada /y 2
Tribuna
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Los sandinistas quieren evitar una confrontación con EE UU

Francisco G. Basterra

El Gobierno nicaragüense es consciente de que la URSS no acudiría militarmente en su ayuda ni pagaría el presupuesto diario del país como lo hace con Cuba. "No queremos una confrontación con Estados Unidos", afirma Sergio Ramírez, miembro de la Junta de Gobierno. Para demostrarlo, el embajador nicaragüense en Washington, Arturo Cruz, un economista moderado, no marxista, que en su día fue miembro de la Junta al lado de Violeta Chamorro y Alfonso Robelo, entregó la semana pasada en el Departamento de Estado una carta en la que los sandinistas reiteraban su interés en restablecer el diálogo con Estados Unidos.Sin embargo, todos los datos juegan en contra de esta voluntad de entendimiento y a favor de la radicalización del proceso. La crisis económica que atraviesa el país comienza a ser insoportable. La oposición interna, vertebrada en una comisión de coordinación democrática, que preside Alfonso Robelo, utiliza las dificultades interiores y la situación internacional para presionar al Gobierno. La población ya no está, como en 1979, unánimemente con los sandinistas detrás de la revolución. La situación del país recuerda un poco a la que se vivía en Cuba a principios de 1961, antes de que Fidel Castro, forzado en gran parte por Estados Unidos, se echara en brazos de la Unión Soviética.

Para el Gobierno, sandinismo y pueblo son dos términos equivalentes. Pero es evidente para los observadores que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), aunque sea aún la fuerza mayoritaria, ha perdido prestigio y apoyo en los dos años transcurridos desde que tomó el poder. Debido a que heredó un país arruina do por Somoza y los efectos de la guerra, el nuevo Gobierno no ha podido cumplir sus promesas de una elevación del nivel de vida de los nicaragüenses. Estos, a su vez a causa de su bajo nivel cultural y escasa conciencia política, a veces no comprenden bien los gestos y la dialéctica de la revolución.

El ejemplo cubano

La Prensa, el antiguo diario que dirigió el asesinado Pedro Joaquín Chamorro, que ha pasado de ser un periódico liberal que contribuyó mucho a la caída de la dictadura a una posición abiertamente beligerante contra el proceso revolucionario, afirmó recientemente con los datos de una encuesta, que sólo el 30% de los nicaragüenses apoya al sandinismo. La polarización política que vive el país se refleja en los tres medios de comunicación que se editan en Managua

Barricada, órgano oficial del FSLN, es una copia del Granma de La Habana, y El Nuevo Diario, que nació de un sector disidente de La Prensa, sigue una línea abiertamente revolucionaria sin matices. Ambos acusan a La Prensa de estar jugando el papel de El Mercurio chileno en los meses que precedieron a la caída de Salvador Allende. Pedro Joaquín Chamorro, hijo, codirector, se defiende diciendo que "oponemos la objetividad americana a la cubana".

Cuba se ha convertido en el gran ejemplo de esta revolución. Casi todo se copia miméticamente de La Habana. No sólo los anecdóticos uniformes verde-olivo, sino también las milicias, la organización del Ejército, de la seguridad, los comités de barrio, las continuas consignas, el trabajo de intelectuales o funcionarios, un día a la semana en la zafra o en la recolección del café, o la institución del obrero ejemplar.

Los observadores hablan en Managua de la presencia en el país de un mínimo de 4.000 cubanos. Los viajeros procedentes de La Habana no necesitan pasaporte para entrar en Nicaragua y pasan por la aduana del aeropuerto sin trámite alguno, según testigos presenciales. Los cubanos han enviado fundamentalmente maestros, médicos, enfermeras, que han hecho posible la campaña de alfabetización -uno de los mayores logros de la revolución- y una elevación notable del nivel sanitario. La semana pasada estaba en marcha una campaña contra la malaria. Hay asesores cubanos en todos los ministerios y su presencia es especialmente relevante -según fuentes diplomáticas- en el Ejército, en la seguridad del Estado y en las comunicaciones. Según la agencia norteamericana AP, hay en Nicaragua 1.500 cubanos como asesores de seguridad.

El armamento del Ejército procede fundamentalmente de países del Este, incluidos los carros de combate T-55, cuya presencia en el país (medio centenar), procedentes de Argelia, Libia y Cuba, es dada como segura en medios diplomáticos y no es desmentida por el Gobierno. Las Fuerzas Armadas cuentan también con cohetes tierra-aire de fabricación soviética. Lo más preocupante para Estados Unidos sería la eventual llegada a Nicaragua de aviones Mig soviéticos, para los cuales ya han sido entrenados pilotos nicaragüenses.

Crítica situación económica

La situación económica es crítica. La revolución recibió un país devastado por la guerra civil. Los sandinistas se encontraron al entrar en Managua que Somoza sólo había dejado en los bancos quince millones de dólares (cerca de 1.500 millones de pesetas) en divisas y una deuda exterior de 150.000 millones de pesetas. En los primeros meses, una elevación de los salarios y la creación de nuevos empleos en la Administración -los sandinistas, según la oposición, han triplicado la burocracia de la dictadura- aumentaron la capacidad de consumo de ciertos sectores. Pero esta alegría monetaria, no respaldada por la capacidad productiva, pronto dio paso a la realidad.

La industria nacional no era capaz de responder a la demanda interna y hubo que dar luz verde a las importaciones masivas. Aunque se lograron reestructurar casi 50.000 millones de pesetas de la deuda exterior, ha sido necesario contratar nuevos créditos, con lo que el endeudamiento externo asciende a 200.000 millones de pesetas.

La caída de los precios internacionales del café y del azúcar -tradicionales productos de exportación de Nicaragua-, con la consiguiente pérdida de divisas, obliga al país -según fuentes empresariales- a un endeudamiento exterior diario de 130 millones de pesetas. Este año puede cerrarse con un déficit de la balanza por cuenta corriente superior a los 40.000 millones de pesetas.

La falta de productividad, la indisciplina laboral y la excesiva politización, que se traslada también a las fábricas, y la ineficiencía del sector público, son algunos de los factores que agravan el panorama económico del país. Comienza a sentirse escasez de algunos productos, como azúcar blanco, arroz, pasta de dientes. La falta de dólares -"en la Junta de Gobierno discutimos hasta partidas de cincuenta dólares", confiesa Sergio Ramírez- dificulta la obtención de repuestos para la maquinaria.

Sin embargo, Nicaragua no es un país pobre y en circunstancias normales debería ser capaz de alimentar a su escasa población. Pero el futuro es muy negro y la revolución tendrá que explicar al pueblo que los próximos años serán aún más duros: con los actuales niveles de actividad y recursos será muy difícil la reconstrucción del país y la recuperación de la actividad económica. "Si en 1980 vivimos una economía subsidiada, en 1981 viviremos una econornía de subsistencia", ha sentenciado el dirigente empresarial Enrique Dreyfus.

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