El aliento de un creador

Hoy nuestra literatura celebrará la presencia de una obra narrativa, Octubre, octubre, con la que se garantiza la continuidad de un creador, José Luis Sampedro, ausente hace años de la nómina de la actualidad literaria. Pero la celebración no corresponde al ámbito estricto de los hombres de letras. La versatilidad de Sampedro y su condición de humanista -especie tan poco común en nuestra sociedad española- hace extensivo el júbilo, que la vitalidad creadora del profesor nos suscita, al campo de la cultura, en general, y de la universidad y la economía, en particular.Es frecuente, por estos predios, poner en puertas al campo y tratar de delimitar las áreas en las que los hombres nos movemos, aplicando baremos distintos a nuestras diferentes actividades. Casi siempre hay un poeta-profesor que es más profesor que poeta, o lo contrario. El caso de Sampedro es, en este sentido, un caso atípico. La dificultad de elegir entre el escritor y el hondo humanista, que ha mostrado una preocupación especial para el análisis de los elementos cualitativos de la ciencia económica, radica, precisamente, en la imposibilidad de considerar su obra como algo fragmentario. Tras ella, en la literatura y en la economía, está un mismo hombre y un mismo aliento creador. Y en los dos casos se halla presente el observador incansable y su talento, además de una capacidad estructuradora que alcanza por igual a la literatura y a la economía, ciencia de la que el profesor Sampedro es maestro indiscutible.

En la admirable tarea investigadora de José Luis Sampedro ha estado presente antes de su realización el estudioso, el analista, el hombre de pensamiento Pero no se hubiera conseguido restar aridez a una materia que se ha ido haciendo progresivamente ininteligible, como es la economía, sin la precisión, la capacidad comunicadora, el lenguaje, riguroso y atractivo a la vez, del escritor. Miguel Delibes habla con frecuencia de la rica enseñanza que recibió como hombre de letras de los textos de Derecho Mercantil del profesor Garrigues. Se trata de un caso significativo y revelador en relación con lo que vengo exponiendo, pero constituye, además, una exigencia de reflexión para los profesores universitarios en torno a cuánto pensamiento y hasta interesantes aportaciones quedan dispersas o truncadas.

Resulta imprescindible, pues, para todo enseñante, la preocupación por una técnica expresiva por un aliento creador en la comunicación de las materias que se imparten. El caso de José Luis Sampedro es Igualmente ejemplar en tal sentido para quienes lamentamos su ausencia de la universidad, al tiempo que celebramos el vigor literario que Octubre, octubre nos presenta. El mismo José Luis Sampedro de las aulas, preocupado siempre por ahondar en la realidad, convertido, como se ha llegado a decir, en una institución «acrática-liberal» del pensamiento económico español, crea ahora unos humanísimos personajes, los hace encontrarse en sus vidas cotidianas, les infunde, con el soplo de su propia personalidad, una ternura que atraviesa todas las páginas de la obra; no se olvida del humor y recurre a un lenguaje transparente y preciso, para que Octubre, octubre, de fe de la evolución de una obra narrativa que ya se manifestó singular en sus tres novelas anteriores. Y es que, insiste, el escritor y el economista están unidos en José Luis Sampedro por el sugestivo talante de quien no cesa en su constante contacto con la realidad. Tal contacto es muy característico de la corriente de pensamiento económico en la que tan destacadamente se inserta, una corriente que muestra especial interés por la lucha contra el hambre.

es doctor en Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, y profesor de la Universidad de Madrid.