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Entrevista:

Juan Liscano: "Soy un poeta de registro muy amplio"

Los 14 libros publicados por el escritor venezolano siguen inéditos en España

La tormentosa y contradictoria relación entre espiritualidad y literatura es una de las líneas maestras en el pensamiento de Jual Liscano, escritor venezolano con una proyección plural como poeta, ensayista, folklorista y editor, que se autodefine como «poeta de registro muy amplio». Actualmente director de Monteávila Ediciones, dependiente del Consejo Nacional de Cultura de Venezuela y de la revista de divulgación internacional Zona Franca, Juan Liscano fue premio Nacional de Poesía, en su país, en 1950. Durante su última estancia en Madrid, donde mantuvo contactos con diversas personalidades de la vida intelectual española, hablamos con Liscano sobre el conjunto de su obra múltiple y la panorámica actual de la poesía venezolana.

Nuevo mundo Orinoco (1959), poemario neoépico en dieciséis secuencias; Cármenes (1966), colección de poemas eróticos, y Fundaciones (1981), reflexión en tomo al orden vegetal superviviente de una hipotética catástrofe nuclear, son tres jalones representativos de la evolución que ha experimentado la lírica de Juan Liscano, un total de catorce libros, inéditos todavía en España.«De una poesía abierta y efusiva derivé, a partir de los setenta, a una expresión más concentrada y reflexiva», explica él mismo sobre su tránsito poético. «Una muestra del último estadio de esa evolución es el libro Fundaciones, poemario áspero y difícil, que se apoya sólo en el lenguaje, con exclusión de todo elemento existencial».

En este proceso de depuración y síntesis, Juan Liscano ha seguido una trayectoria paralela a la del conjunto de la poesía venezolana entre sus dos encrucijadas generacionales cumbre: la de 1936 y la de 1958.

«Con la caída de la dictadura en mi país, se produjo una extraordinaria floración de poetas y narradores muy radicalizados en política y literatura, la mayoría de ellos vinculados al fenómeno guerrillero que arrancaba de las universidades», cuenta Juan Liscano. «El fracaso de esta experiencia generó una especie de reflujo, un proceso de interiorizacion, de decantación hacia inquietudes espirituales que cristalizaron en una poesía esencialista y esteticista. Actualmente, entre los novísimos se da una reacción en sentido contrario, y algunos grupos, como el llamado Tráfico, practican una estética de tipo beat, extravertida y centrífuga».

Frente a las jóvenes generaciones poéticas que, bajo el influjo del estructuralismo, se orientan en la creación a la búsqueda de un tono determinado, Juan Liscano se define como un poeta «de registro muy amplio», que utiliza el lenguaje en función del tema.

Dentro de la numerosa actividad ensayística de Juan Liscano, que incluye varios estudios sobre el folklore de su país, se pueden destacar sus Ilbros dedicados a la figura y obra de Rómulo Gallegos o Espiritualidady literatura: una relación tormentosa, colección de ensayos publicada en España por Seix-Barral en 1976, que el autor señala como uno de los puntos clave de su ideario estético.

Sobre Rómulo Gallegos, a quien le unió un vínculo afectivo que le llevó a militar en la resistencia, Juan Liscano distingue como sus mejores novelas Canaima, Doña Bárbara y Cantaclaro.

«Para Rómulo, la literatura era un medio, no una necesidad, lo contrario que en Borges», afirma. «Al final de su vida fue devorado por la política. Sin embargo, su estancia en España entre 1929 y 1934, donde conoció, entre otros artistas y escritores, a Gabriel Miró, resultó muy beneficiosa para su actividad literaria».

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