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EL ASESINATO DE SADAT

La OTAN, inquieta ante la pérdida de un aliado

Soledad Gallego-Díaz

La desaparición del presidente egipcio, Anuar el Sadat, es una de las peores cosas que podían ocurrirnos. Esta opinión, expresada a título personal por un funcionario de la Alianza Atlántica, refleja muy bien la preocupación y el impacto que ha tenido en Bruselas el atentado contra el rais.

Desde el punto de vista de los intereses de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la muerte de Sadat y el lógico período de inestabilidad que va a atravesar Egipto es una de las peores noticias que ha recibido en los últimos años. Sadat era considerado como un aliado total de Estados Unidos y de la Alianza.El pasado mes de junio, el presidente egipcio dejó bien patente su voluntad "occidental" cuando propuso informalmente que Egipto entrara a formar parte de la OTAN. La oferta fue, lógicamente, rechazada, ya que la Alianza no puede, de acuerdo con el Tratado de Washington, aceptar miembros que no pertenezcan al ámbito territorial del Atlántico Norte.

Pero, aunque la OTAN no puede "salirse" del marco del Tratado, los aliados han expresado múltiples veces su preocupación por los acontecimientos en Oriente Próximo, que afectan de forma muy directa a sus intereses estratégicos. A raíz de los acontecimientos de Irán y Afganistán, el Consejo Atlántico, a petición de Estados Unidos, aceptó estudiar en caso necesario el apoyo que podría ofrecer a la fuerza de rápido despliegue de Norteamérica, ideada especialmente para intervenir en el golfo Pérsico. Un vuelco en la situación política de Egipto supondría una auténtica catástrofe para los planes de la Alianza Atlántica, que podría verse obligada a adoptar posturas más comprometidas en relación con un eventual conflicto en la zona.

Los portavoces oficiales de la Alianza, sin ocultar su consternación, se negaron a realizar ningún comentario mientras que la noticia de la muerte de Sadat no fuera confirmada por el Gobierno egipcio. El secretario general de la Alianza, Joseph Luns, calificó el atentado de "cobarde acto de violencia", y alabó el valor demostrado por el presidente egipcio.

Una valoración semejante realiza la Comunidad Económica Europea (CEE), aunque algunos de los diez países miembros no hayan respaldado nunca los llamados acuerdos de Camp David. Pese a que algunos Estados europeos no aprobaran en su integridad la política de Sadat, señaló un portavoz oficioso de la CEE, su desaparición debe ser considerada como un golpe para Occidente y para los diez como conjunto.

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