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TEATRO

Huerfanitas, perro, Roosevelt

Annie fue -y es aún- un personaje simpático de tiras dibujadas (comics), una niña pelirroja, flanqueada por un perro flaco bastardo del tipo humanoide, como suelen ser los animales en esta clase de arte. La adoran en medio mundo. Forma parte de una mitología del mundo moderno. En España falta este asidero, que yo sepa, y la escenificación de Annie carece de ese importante valor añadido. Puede pasar sin él. El esquema infantil y tierno -apto también para adultos- funciona con todos los elementos sentimentales y simpáticos: orfelinato, niña que busca a sus padres, sonrisas y lágrimas, presidente Roosevelt, millonario bondadoso. Coro de seis niñas -más Annie en escena.

Francisco Umbral contó ayer, mejor que lo pueda yo hacer -como siempre- la crónica, y hasta la crítica de la obra: el fondo de la gran depresión, los sin trabajo que venden manzanas, la policía. Todo, claro, sin aspereza. Como un tiempo que pasó. Cuando se canta Ya no aguanto más es de una manera dulce y risueña; cuando los desesperados de una hooverville cantan Vivimos todos en chabolas parecen elementos folklóricos no lejos de la felicidad. Todo termina con unas Navidades blancas: nieva en la chécena, el árbol se ilumina, llegan los regalos -el último, en una caja, el querido perro y Roosevelt preside su filosofía de «vive como quieras».

Annie,

de Thomas Meehan, Charles Strouse y Martin Charnin, sobre los dibujos de Harold Gray. Adaptación de JuanJosé Alonso Millán. Intérpretes:, Carmen Pascual, Pastor Serrador, Serenella, Teddy Bautista, Estrella Blanco, Vanesa Verona y el perro Abraham. Escenografia y vestuario de Antonio Cortés. Coreografia de Mercedes Huete. Dirección musical y de orquesta de Federico Moreno Torroba. Director: Juan José Alonso Millán. Estreno: 25 de septiembre de 1981. Teatro Príncipe.

El espectáculo musical trasplantado a España tiene todas las dificultades de nuestro medio. Las siete niñas, elegidas en tantas pruebas, tienen todavía más torpezas y vicios teatrales que buenos ensayos: esto es lo que hace su gracia y lo que enternece a mamás, papás. Los actores mayores imitan los esquemas de los personajes buenos de los chritsmas carols de Dickens (Annie nace de Dickens).

En todo ello hay un considerable esfuerzo de dirección del adaptador, Juan José Alonso Millán, que ha movido bien por el difícil escenario del príncipe -resuelta esa dificultad con elegancia por Antonio Cortés- las pequeñas actrices que saben con los actores que saben demasiado; ha sacado simpatía de Carmen Pascual -Annie- y, sobre todo, del perro, que actúa dentro de los límites de la sobriedad.

Gustó, pareció gustar mucho al público del estreno. Puede seguir gustando a un público de familias y buenos sentimientos que llevarán sus hijos consigo; si se traspasan las barreras del precio, va a ser un éxito que recompense tanto trabajo invertido.

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