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ASTURIAS

Creciente oposición a la fusión de los puertos de Gijón y Avilés

El cese de Luis Adaro como presidente de la Junta del Puerto de Gijón, adelantado por EL PAIS (16 de septiembre de 1981), ha recibido una dura crítica del presidente de la Cámara de Comercio gijonesa y ha provocado un escrito, hecho público, del presidente cesado. En ese escrito reitera su oposición a la coordinación efectiva de los puertos de Gijón y Avilés, causa determinante de su destitución, argumentando que ese proyecto del MOPU sería una clara arbitrariedad y una discriminación hacia el puerto gijonés con respecto a los de Barcelona, Huelva, Valencia y Bilbao, a los que no se impuso condición alguna para acceder a la autonomía.

Después de explicar su lucha desde hace varios años contra «esta tan nefasta fusión de los puertos asturianos», afirma que con su actitud no hace política localista, sino, todo lo contrario, una política regionalista, «pues», agrega, «la grandeza del puerto gijonés redundará siempre en el mayor desarrollo y prosperidad de Asturias».El último Consejo de Ministros nombró, para sustituir a Luis Adaro al frente del puerto de Gijón, a Jorge Burgaleta, hombre clave en la puesta en marcha de la factoría siderúrgica de Uninsa, hoy integrada en Ensidesa y vinculado a Talleres de Moreda, que contaba con el apoyo de la dirección centrista asturiana.

El MOPU y destacados dirigentes regionales del PSOE propugnan la coordinación presupuestaria, inversora y tarifaria, aunque las tarifas puedan ser distintas, de los puertos de Gijón y Avilés, debido a su proximidad. Esa coordinación podría pasar, según el director general de Puertos, Pascual Pery, por un estatuto de autonomía conjunto o incluso por autonomías separadas para los dos puertos, siempre que quede garantizada una administración común. El alcalde de Avilés, Manuel Ponga, del PSOE, estima que la concesión de la autonomía en solitario para Gijón, como proponen el alcalde de Gijón, José Manuel Palacio, también del PSOE, y los principales poderes fácticos gijoneses, pondría en gravísimo peligro la vida comercial de Avilés, que vería además perjudicadas sus posibilidades de conseguir un gran puerto pesquero y potenciaría la creación de una lonja de pescados en Gijón, situando a tan sólo veinte millas de Avilés las peores de sus competencias y redundancias.

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