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El Festival de San Sebastián trata de recuperar el esplendor perdido

Prevalece el criterio de la buena programación

Dos días después de inaugurado, el Festival de San Sebastián va adquiriendo un curioso esplendor: acuden famosos y periodistas españoles que en los años anteriores habían desertado de esta manifestación cinematográfica. La razón de tal afluencia es, según unos, la calidad de las películas que van a presentarse.

Según otros, sin embargo. la media de esa calidad no es seriamente superior a la de las últimas convocatorias. Habría, -pues, que justificarla por la capacidad de convicción de Luis Gasca, que vuelve a dirigir el festival tras aquel año en que las circunstancias le permitieron exhibir un buen número de películas prohibidas por la censura de Franco y obtener con ello un buen triunfo.El criterio sobre la buena programación de este año prevalece, aunque no se sabe con total seguridad si las películas anunciadas acabarán proyectándose. La famosa, aunque aún sin estrenar Arca de Noé, de Spielberg y Lukas, no va a exhibirse, ya que los distribuidores españoles no han conseguido los beneficios económicos con que la Administración protege la mayoría de los títulos que participan en el festival. Dato anecdótico, pero que refleja con claridad las auténticas razones del interés de las multinacionales por favorecer el festival vasco: o hay contrapartida o no hay participación.

Se ha proyectado ya La posesión, de Zulawaski. entusiasmando a casi todos. Si bien los últimos minutos del filme se hacen incomprensibles, su buena hora y media anterior tienen tal capacidad de fascinación que, comprendiéndolas o no. el espectador queda atrapado por la magia del realizador polaco. A la hora del cierre de esta edición se terminaba de exhibir la tan esperada Victory, de John Huston, cuya asistencia personal estuvo tan anunciada como la de otros directores y estrellas que, más que probablemente, tampoco vendrán.

En este sentido ha habido una campaña de información exagerada que conecta el festival de este año con el de todas las épocas, incluso con los de la supuesta gloria pasada. La culpa no es de los que no vienen, sino de los que se empeñan en que tienen que venir. El afán por devolver a San Sebastián la calificación A de la Organización Internacional de Productores confunde a veces los términos: ni el festival va a ser mejor porque haya más caras conocidas ni, por supuesto, va a tener más esplendor porque se reivindique la tan vieja como absurda tradición de exigir pajarita a quienes ven las películas en las sesiones de tarde. Salvo el tradicional Festival de, Cannes, ningún otro del mundo mantiene una costumbre como esta. que obliga a los espectadores a estar incómodos durante la proyección.

Alguna carta ha funcionado bien: al márgen de tina docena de populares actores españoles, estuvo ayer en San Sebastián el actor inglés John Hurt, irreconocible para muchos sin su disfraz de hombre elefante. Pero estuvo, y eso ha estimulado a quienes creen que la apuesta de este año es definitiva para el mantenimiento de este festival, que ha ensayado en sus últimas manifestaciones todas las fórmulas posibles. La de ahora es la más esperada.

Como decimos, Victory, de John Huston, una de las películas más esperadas del Festival de San Sebastián, protagonizada por Sylvester Stallone, Michael Caine, Max Sydow, Pelé y Carole, Laure, se proyectó ayer, tercera jornada del certamen, ante la expectación del numeroso público que llenó la sala del palacio Victoria Eugenia.

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