Protestas en Euskadi por la instalación del "Guernica" en el Casón del Buen Retiro
Todas la fuerzas políticas vascas piden que el cuadro vaya a la villa que lo inspiró
La alegría natural de la llegada al Estado español del Guernica, de Picasso, se ha visto oscurecida en el País Vasco por un sentimiento generalizado de frustración y pesimismo que produce la impresión de que el Casón del Buen Retiro vaya a ser su morada definitiva. De nada han servido las peticiones efectuadas por todas las fuerza políticas vascas, a través de juntas generales, diputaciones, Parlamento y Gobierno vasco, artistas y del propio pueblo de Guernica para que el cuadro se ubicara en la villa foral que le dio nombre.
Se trata acaso de una de las pocas cuestiones en que las fuerzas políticas vascas, con relaciones tan conflictivas y diferencias notables, han estado de acuerdo desde 1977. La crónica reciente de este proceso reivindicativo popular vasco se inicia curiosamente el 26 de abril de 1977, en la villa foral de Guernica, con motivo del cuarenta aniversario del bombardeo. En un acto emotivo, los supervivientes de aquel horror bélico relataron por primera vez, públicamente, sus experiencias de aquella fecha.
En aquel acto quedó también constituida una comisión de investigación del bombardeo de Guernica integrada por historiadores tan notables como Manuel Tuñón de Lara, Angel Viñas o Herbert Southworth, con el encargo del pueblo guerniqués de realizar un estudio aclaratorio de lo que fue el suceso bélico, y al mismo tiempo, de recabar de los Gobiernos alemán y español una rectificación oficial de la versión que en su día se dio del bombardeo. La citada comisión se preocuparía asimismo de reivindicar la ubicación del Guernica en la villa foral vizcaína.
En este objetivo llegarían a converger con colectivos populares y, fundamentalmente, con un grupo importante de artistas vascos, como Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Ruiz Balerdi, Basterretxea e Ibarrola, que propugnaban la reconversión de Guernica en «la ciudad de la resistencia y la cultura vasca», en la que el museo, albergando la obra de Picasso, sería la máxima atracción. Eran días en que se hizo célebre en pegatinas y carteles la consigna Guernica, gernikara (El Guenica a Guernica).
El Museo de Bellas Artes de Bilbao, sin duda uno de los mejor dotados del Estado español, se sumó también a la reivindicación, al pedir en agosto de 1978 al entonces preautonómico Consejo General Vasco su apoyo para lograr que el cuadro se instalara en las salas del museo.
Aprobado el Estatuto vasco, el primer Parlamento autónomo de Euskadi aprobará por unanimilildad una petición formal al Gobierno para que a su llegada a España el Guernica se instalara en la villa foral, y se instaba también al Ejecutivo español para que la ubicación final del cuadro se decidiera en un debate parlamentario. El consejero de cultura del Gobierno vasco, Ramón Labayen, incluiría el tema en la agenda de su primera entrevista con el ministro Cavero en los últimos meses de 1980.
"Una vejación al pueblo vasco"
En papel mojado, en un bonlto sueño ha quedado el ambicioso proyecto de edificio-museo para albergar el Guernica, ganador del concurso de ideas convocado por las Juntas Generales de Vizcaya, que fue tallado en mayo de 1981 por un jurado en el que cabe reseñar la presencia de Oriol Bohígas, Peña Ganchegui, Chillida, Caro Baroja y los arquitectos italianos Ludovico Quaroni y Vittorio de Feo. El disgusto producido por la ubicación, que parece definitiva, del cuadro Guenica en El Casón del Buen Retiro, era la tónica gerieral entre las fuerzas políticas e instituciones vascas consultadas por EL PAÍS. Aunque el criterio común es que la decisión de instalar la obra en Madrid parece irreversible, no obstante, todos mantienen la esperanza «de que se haga justicia con el pueblo de Guernica».
La primera reacción tras el anuncio de la llegada del cuadro a Madrid se produjo, precisamente, en Guernica. Su alcalde, Dionisio Abaitúa, manifestaba en la noche del miércoles «el dolor e indignación que le producía el Ayuntamiento guerniqués la ubicación del cuadro en Madrid».
Más duro se mostraba en su juicio el consejero de Cultura del Gobierno vasco para quien la ubicación del Guernica en el Casón del Buen Retiro «es vejatorio para el pueblo vasco y mucho más para Guernica, el pueblo que inspiró la obra».
En base a estos derechos, el alcalde de Guernica acirma que «seguiremos luchando para que la obra de Picasso vuelva a nuestro pueblo, no vamos a renunciar a esa reivindicación». Por su parte, Ramón Labayen insistía en que ahora son los partidos parlamentarios españoles «quienes, respetando lo que en un día votaron sus representaciones en el Parlamento vasco,"deben impedir que la ubicación del Guernica se produzca por una orden ministerial, renunciando a su papel de control del ejecutivo». «Yo confío», declaró a EL PAÍS, «en que, en un acto de sensibilidad, el Parlamento español, que es quien debe mandar, no descarte a Guernica como lugar de ubicación de la obra de Picasso».
Eran precisamente claras las reacciones del PSOE y PC de Euskadi ante el traslado del cuadro a Madrid. Uno y otro, tras mostrar su satisfacción por la devolución de la obra de Picasso a España, coinciden al mantener el criterio, ya expresado en el Parlamento vasco, de que la misma debe quedar ubicada en la villa de Guernica, «la ciudad que simboliza las libertades vascas, y que se ha convertido, en gran medida, en la expresión de la reslstenela al franquismo», afirman los comunistas vascos.
Marcelino Oreja, delegado del Gobierno en el País Vasco, prefirió no adoptar una posición concreta en la polémica. «Comprendo que Guernica y la comunidad autónoma vasca tienen razones poderosas para invocar el traslado del cuadro a la villa, pero yo creo que lo importante, en este momento, es que el mismo esté ya en España».
El presidente del Gobierno vasco
El propio presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, por medio de una nota y al referirse al malestar causado en el País Vasco por la ubicación, en principio definitiva, del Guernica en Madrid, afirmaba ayer que «el cuadro es el símbolo más expresivo que puede reclamar el pueblo vasco para el reconocimiento y, en cierta medida, la reparación moral a su drama histórico». «En Guernica», señaló Garaikoetxea «el fascismo arrasó el símbolo de las libertades vascas, pero asestó también un golpe brutal a la sensibilidad y al sentimiento democrático de la humanidad. Por ello la ubicación del cuadro en el mismo escenario del crimen sería el mejor homenaje a la democracia, y al mismo tiempo, una reparación moral al pueblo de Guernica que padeció el holocausto».
Recuerda luego en su escrito el lendakari que en el Parlamento de Euskadi todos los partidos vascos -AP se abstuvo- entendieron así la reivindicación y votaron a favor del traslado del cuadro a Guernica. «Esas fuerzas políticas deben ahora ser coherentes y mantener en Madrid, en el Parlamento, los puntos de vista que defendieron en Euskadi»
Dentro de las reacciones contrarias a la ubicación del Guernica en el Casón del Buen Retiro de Madrid, que se produjeron en el País Vasco, cabe incluir el telegrama que la dirección del museo de Bellas Artes de Bilbao envió a Javier Tusell.
Babelia
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