Tímida adecuación económica en Rumanía, represión en Checoslovaquia y "buenas intenciones" en Bulgaria
A las pocas semanas del "estallido del Báltico", con el reconocimiento de la descomposición interna de un partido comunista (el polaco) minado por el descrédito popular, la República Democrática Alemana (RDA) decidió restricciones aduaneras e imposiciones de divisas hacia los turistas polacos. Durante todo este año, desde la Unión Soviética hasta Bulgaria han ido estableciendo medidas condicionadas a la situación interna de Polonia. Todos estos métodos parecen haber girado sobre la base de que el establecimiento de organizaciones independientes de los respectivos partidos comunistas son el germen de un pluripartidismo que acabaría con el monopolio del poder comunista. De esta forma un informe secreto, que fue filtrado a Occidente mediante el sindicato local polaco (MKZ) de Katowice, hace referencia a este punto. El pasado mes de abril, el entonces líder del POUP en esa ciudad de Silesia, Andrezj Zabinski, reunió a dirigentes de la milicia y la policía política para exponerle la situación "frente al adversario" (Solidaridad) y añadió que "lo más importante para nosotros es colocar a miembros del partido en los sindicatos, para evitar que los sindicatos independientes del partido lleguen a ser hostiles al partido".Rumanía
Rumanía, país que en los últimos años venía experimentando un crecimiento lento pero seguro, fue el primero en tomar conciencia de la envergadura del problema polaco, porque un estallido similar, reprimido sin alardes pero eficientemente, tuvo lugar en el valle minero de Jiu tres años antes exactamente que los acontecimientos polacos. A pesar de la represión de los líderes mineros, deportados a distintos puntos del país meses después, el valle de Jiu originó un sindicalismo libre en Rumanía, el Sindicato Libre de Trabajadores Rumanos (Sindicatul Libéral Oamenilor Muncii din Romania SLOMR), fundado a primeros de marzo de 1979 y cuyos principales líderes están encarcelados. Los 18 puntos de reivindicación tienen innumerables puntos de contacto con los acuerdos firmados en el Báltico. El conducator (líder) rumano, Nicolae Ceaucescu, estableció unos planes austeros para el próximo quinquenio 81-85 en el transcurso del último Congreso del PC de su país, en marzo de 1980 aun así, las cifras tuvieron que ser corregidas a finales de aquel año ante la imposibilidad de su cumplimiento. La marea polaca obligó a las autoridades rumanas a introducir unos ligeros planes de autogestión y primas salariales tan sólo dos meses después de la firma de los acuerdos de Gdansk e iniciaron el estudio de un proyec to de ley para la mejora en el abastecimiento alimenticio. Semanas antes se había detectado un ligero movimiento de protesta entre la población. minera,casi simultáneo al de los mineros checos de Ostrava, tema solucionado directamente por el presidente checoslovaco, Gustav Husak.El pasado 6 de abril se inició en Bucarest el congreso de los sindicatos oficiales rumanos. En esa ocasión, Ceaucescu no dejó lugar a dudas. Después de una crítica al funcionamiento de algunas de sus ramas, tal y como se hizo en casi todos los paises del Este, el jefe del Estado y el partido sentenció que en el país no había cabida para organizaciones obreras independientes" y el sindicalismo "debe estar subordíado al Partido Comunista". Lejos quedan las promesas, incumplidas, de Ceaucescu ofrecidas en febrero de 1971 al Comité Central del PCR sobre la necesidad de "autonomía e independencia sindical en el país", palabras textuales. Los últimos acontecimientos apuntan hacia el fin de los, devaneos independentistas rumanos y el estrechamiento de lazos con Moscú.
Checoslovaquia
Ha sido el régimen de Praga quien más duramente critica el desarrollo de la crisis polaca, haciendo continuamente "profesión de fe" de la normalización impuesta por Moscú a comienzos del año 1969. Con un decrecimiento industrial y problemas de avituallamiento, el régimen que preside Gustav Husak no ha podido eliminar las secuelas del reformismo de la "era Dubcek". Por ello las críticas más pertinaces al proceso polaco sobrevienen al hacer la comparación entre los acontecimientos en Varsovia y los que se produjeron en Praga en 1968. El argumento de la "contrarrevolución" y los males que esperan a Polonia de persistir en la política de liberalización lo utilizaron desde el propio Husak, que encabeza una corriente moderada en el seno del PC checoslovaco, durante el 16º Congreso de su partido, en presencia de Leánidas Breznev, hasta el secretario general de los sindicatos (oficiales) checoslovacos, VIadimir Marik, en un largo artículo publicado en la revista soviética Novoie Bremia (Tiempos Nuevos) portavoz oficial de la política exterior de la URSS.El hecho de que las diversas corrientes de oposición en Checoslovaquia tengan un marcado carácter político -Carta 77 y el Comité de Defensa de los Injustamente Perseguidos (VONS) -han provocado sin duda una respuesta contundente en las autoridades checoslovacas frente a las posibilidades de hacer cualquier concesión liberalizadora incluida cualquiera de tipo sindical. No es casual que la dura condena al disidente Rudolf Battek a principios de este mes de agosto, haya coincidido con el recrudecimiento de la tensión en Polonia. Battek jugó un papel oficial importante en la defensa del reformismo de Dubcek y formó parte del grupo de disidentes checoslovacos que trataron de aunar esfuerzos con el KOR polaco desde el año 1977.
Bulgaria
Aun permaneciendo como el "más fiel aliado" de la URSS en la Europa oriental, Bulgaria no ha permanecido impasible ante los acontecimientos polacos. Su líder, Todor Yizkov, abrió el 12º Congreso del PC Búlgaro, el pasado 2 de abril, con una terminología aperturista totalmente inusual en este país.Yízkov habló de "desarrollo económico" para satisfacer las necesidades de la población y dar "responsabilidades a los comunistas búlgaros dispuestos a sacar lecciones de la crisis polaca". Incluso, de cara a la galería en este congreso se cedió la palabra a mayor número de oradores que en ocasiones precedentes. Sin embargo, las altisonantespalabras de Yizkov relativas a la "mejor utilización de equipos existentes", "potenciar el parlamento" (Asamblea Nacional) y "la búsqueda por las empresas del mayor beneficio para procurar ventajas materiales a los trabajadores" no tuvieron el soporte de las precisiones sobre los métodos para conseguir tales beneficios, no dio referencias reformistas del funcionamiento parlamentario o medidas de aumento cualitativo de productos. Las "buenas intenciones" tan sólo se han plasmado en la introducción de direcciones colegiadas en ciertas empresas, la promesa de realizar ciertos tipos de sondeos públicos y el anuncio de una purga de 30.000 "malos funcionarios".
Lo que generó inmediatamente la crisis polaca en Bulgaria fue el cese del encargado de los sindicatos y su sustitución por Petar Diulguerov, de 52 años, quien aporta al cargo una nueva imagen de hombre joven y conocedor de las innovaciones actuales, dado el cargo de redactor jefe del periódico oficial del partido, Rabotnischesko Delo, en los años 1976 y 1977.
Pero, junto a ello, su fidelidad a la ortodoxia está fuera de toda sospecha y su biografía le señala como el prototipo del aparachitki (funcionario del pártido).
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