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Dimite el ministro argentino de Industria por diferencias con el de Economía

En el que se considera el primer chispazo detonante de una crisis política, dentro del contexto general de otra crisis mucho más grave, el ministro argentino de Industria y Minería, Eduardo Oxenford, dimitió ayer «por serias desinteligencias» con el titular de la cartera de Economía, Lorenzo Sigaut, y los otros cuatro miembros del equipo económico respecto a temas claves para la industria nacional, como, por ejemplo, los aranceles.

La renuncia de Oxenford es la primera de un ministro desde que el presidente Roberto Viola asumió la jefatura del Estado, el 29 de marzo pasado, y sirve, a juicio de los analistas, para confirmar versiones sobre diferencias de opiniones entre algunos de los miembros del área económica.Oxenford abandona el Gobierno después de unas cuarenta reuniones del Gabinete económico que, en este caso, sólo sirvieron para hacer inzanjables las diferencias.

La crisis entre Oxenford y Sigaut se ha ido agravando progresivamente desde que cada uno de ellos se hizo cargo de sus funciones el pasado 29 de marzo.

Oxenford intentó, sin abandonar una óptica liberal, cambiar la línea ortodoxa deflacionista en un programa de recuperación y desarrollo industrial. En ese sentido se manifestó contrario a la terminología que utilizaba la anterior conducción económica de perfil industrial, por otra que se refiere a la política industrial.

En consonancia con esa idea, Oxenford impuso un programa arancelario que estableciera grupos de protección selectiva, que en los casos más elevados pudiera llegar a un 45%, frente a la propuesta del Ministerio de Comercio e Intereses Marítimos de imponer un arancel único y más bajo.

La revelación del carpetazo del ingeniero Oxenford trajo a la memoria pública otro episodio versallesco de las lides gubernativas. Durante una deliberación del equipo económico, el 7 de agosto por más señas, Oxenford perdió los estribos y lanzó al rostro de su colega de Economía, Lorenzo Sigaut, una carpeta.

Pues bien, a mediados de 1975 -un poco después está el triste episodio de las bofetadas de López Rega a Isabelita Perón-, en una reunión del Gabinete peronista celebrada en la residencia presidencial de Olivos, un cambio de ideas opuestas entre el entonces ministro de Economía, Celestino Rodrigo, y el de Trabajo, Ricardo Otero, derivó en un violento altercado, al que puso fin Otero levantándose bruscamente de su asiento para ir en busca de Rodrigo, con la inequívoca intención de agredirle.

Rodrigo, que no hacía honor a ese nombre, es decir, que no era ningún Rodrigo Díaz de Vivar, se levantó a su vez y echó a correr, siendo perseguido alrededor de la mesa por el ministro de Trabajo.

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