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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Lo que se puede hacer con la economía española / y 2

El proceso de ajuste esbozado en el anterior artículo implica cambios y éstos suponen riesgos y sacrificios, los cuales tienden a ser rechazados tanto por el individuo como por la sociedad; por ello, sincrónicamente a la aceptación del ajuste general productivo, debemos, colectivamente, asegurarnos contra él.El seguro debe cubrir dos frentes: productivo y social. Asegurar el aparato productivo significa que reconvertir y aumentar la base industrial no puede llevarse a cabo con políticas liberales. España, al ser dependiente tecnológica y empresarialmente, sólo puede poner en práctica políticas de protección activa. Bien entendido que la protección activa no tiene nada que ver con las unilaterales transferencias a empresas en déficit; la protección activa, al buscar metas de eficacia, dedicaría parte de esas transferencias a la reordenación y creación de puestos de trabajo. Se habla a menudo de que la inversión pública sólo representa el 10% de la privada, pero ¿cuánto representaría al añadir a la inversión pública las transferencias para pérdidas? La producción activa sólo puede ser un proceso de profundización en la base productiva española que vuelva a coordinar, como ya lo hizo en otros tiempos (1950-1970), los intereses comunes del sector público y del sector privado.

El segundo pero simultáneo seguro es de naturaleza social. No debemos tener dudas de que el sistema, económico existente (el capitalista) posee fuerzas en su interior que tienden a la desigualdad entre el colectivo humano. La eficacia que genera tiene su negación en la desigualdad que asimismo produce. Eficacia y desigualdad se transforman en nítidas características de un modelo capitalista. No obstante, en la realidad, ambas características quedan notablemente atenuadas por la acción de agentes institucionales.

Con relación a la eficacia, la no existencia de competencia posibilita a no pocas empresas la obtención de output lejos de las condiciones de eficacia (oligopolios, proteccionismo en precios, precios mínimos, etcétera). El output así. obtenido, con medidas de apoyo institucional y/o gubernamental, crea por el lado de la producción (oferta) la aparición de excedentes de nula o difícil realización, obteniéndose lo que podríamos llamar output sin demanda. Más concretamente, y para el caso español, el FORPPA, según su memoria de 1978, actúa sobre productos que representan un 74% de la producción final agraria, cuyo valor se acerca al billón de pesetas para el mismo año. Ante esto no cabe duda de que no sólo los excedentes obtenidos y controlados por el FORPPA (150.000 millones de pesetas), sino la total producción agraria, depende en gran medida de los apoyos realizados por el organismo.

La desviación con respecto a la desigualdad nos viene dada por la actuación del Estado redistribuidor (Estado del bienestar) que intenta y consigue no sólo evitar las desigualdades naturales (las que se, darían sin su actuación), sino salvar el propio sistema productivo, al amortiguar sus efectos negativos. La acción estatal, al subsidiar monetariamente a amplias capas de la población que, a priori, no producen, o lo, hacen muy deficientemente, está en realidad creando demanda sin output.

Es decir, un mismo sujeto, el Estado, realiza simultáneamente dos acciones aparentemente contradictorias: prima a la oferta (apoyo a la producción) y prima a la demanda (apoyo al consumo). Pero la pregunta es: ¿por qué no soldar las dos?, ¿por qué permitir que ambas acciones se ejerzan separadamente?

El proceso de soldadura se efectuaría mediante bonos vinculantes (bonos canjeables contra productos alimenticios de primera necesidad, procedentes de los excedentes agrícolas) puestos a disposición de los desempleados y subempleados por un monto que cubra la totalidad o una parte del salario mínimo interprofesional; el resto del salario, si lo hubiere, sería en dinero. Si la demanda sin output es mayor que la oferta excedentaria, caso previsible, no cabe duda que el sistema seguirá alimentando la inflación, aunque ahora atenuada. De cualquier manera hay que pensar que. del déficit presupuestario, bestia negra de no pocos agentes económicos, podríamos anular una gran parte de sus peores efectos: la llamada apelación al Banco de España.

Dicha apelación se cifró en 387.000 millones de pesetas en 1980, y estimaciones para 1981 la sitúan entre 450.000-500.000, muy lejos de los 2450.000 estimados por el presupuesto. Según nuestro argumento, una parte importante de la apelación al Banco de España, de creación de dinero (el monto de los excedentes), quedaría esterilizada con la lógica repercusión sobre la inflación y la estabilidad financiera.

Vincular el output sin demanda a la demanda sin output nos permitiría obtener dos resultados significativos:

1. Conocida la cuantía de bienes agrícolas excedentarios, la demanda se ajustaría a la oferta excedentaria, con lo que tenderíamos a asegurar la realización del output. (Está claro que no sólo se apoyan bienes agrícolas, pero desde el prisma del salario social y del desempleo éstos son los más relevantes).

2. Los efectos monetarios serían importantes, en tanto eii cuanto podríamos disminuir las disponibilidades líquidas en cuantía teórica similar a la demanda sin output, con lo que la inflación podría atenuarse.

Javier Alfonso Gil es miembro del departamento de Teoría Económica de la Universidad Autónoma de Madrid.

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