Garaikoetxea, feliz en los toros

Entró, bronceado él, a la plaza de toros por el callejón, sonriente, rodeado por la escolta, y un poco más atrás, dos o tres metros, el alcalde de Bilbao, Jon Castañares, con el pañuelo de fiestas color azul bilbao al cuello. Los matadores no habían salido aún al ruedo y la entrada no causó demasiada expectación. Subió al palco y allí presenció la corrida con su mujer, el alcalde de Bilbao y el de San Sebastián, Alcaín, en visita de cumplido.

Perfectamente trajeado Y encorbatado, «qué incómodo, de verdad», presenció la corrida con una sonrisa beatífica. «Hombre, yo no soy un técnico en esto del toro, pero la corrida me está gustando, sobre todo el par de Orteguita». «Estoy de medio vacaciones y medio trabajando, que es una excusa muy buena para seguir unos días más disfrutando de la fiesta como la de Bilbao». «Este color, evidentemente, no lo he cogido trabajando, pues todos saben dónde he estado; trabajando, en todo caso, te pones negro, no moreno». El hombre estaba relajado, sonriente y disfrutando del espectáculo. «De la fiesta siempre se disfruta; el trabajo, mañana».

Mientras, Rafael de Paula iba venía por el ruedo montera en mano, después de pedir permiso al presidente, buscando al lendakari para brindarle el toro. Fue el único que tuvo ese detalle. «Es, como poco, una muestra de buena educación». comentaba Paula.

A la gente del toro les impresiona poco la presencia del lendakari. No están al tanto de los avatares políticos de este país ni de otros, lo suyo es el toro. Es la explicación más extendida, una excusa que no vale. Esta vez. Garaikoetxea se aseguró que el brindis de Paula fuera dirigido a él, no fuera a pasar lo de Vitoria, que se levantó para recibir el brindis de Espartaco y luego ese brindis no era para él, sino para los familiares del torero, que estaban justo debajo. No brindan toros al lendakari y luego van y roban -sí, roban- las vacas de la sokomuturra. No sé dónde vamos a llegar.