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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La comunidad y la medicina preventiva

En unas declaraciones a Tribuna Médica decía Jesús Sancho,Rof, ministro de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, al referirse a la medicina preventiva: «Hay que actuar con mucho cuidado, no vaya a ocurrir que al montar campañas preventivas de determinadas enfermedades corramos el riesgo de por lo menos, sembrar la inquietud en la población».Casi al mismo tiempo, R. S. Schwelker,. secretario del Departamento de Servicios Sanitarios y Humanos de Estados Unidos, aseguraba que «la prevención debe hallarse en la mente de todo estadounidense y ser el corazón de todas las instituciones de asistencia sanitaria»,

Tenemos, pues, dos actitudes, que, sin ser francamente contradictorias, expresan modos muy distintos de enfocar la medicina preventiva: para el ministro español es un sector que ha de manejarse con cuidado, mientras que para su homólogo estadounidense es una actividad en la que es preciso lanzarse a fondo, con la seguridad de que será rentable.

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Concepto erróneo

Para muchas personas, no sólo del público en general, sino también profesionales sanitarios, la prevención es poco más que las vacunaciones que se administran periódicamente a los niños con arreglo a un calendario establecido. Esto es lo que podríamos llamar prevención para niños. Sin embargo, la auténtica medicina preventiva tiene una amplitud mucho mayor y se basa en el concepto de que la responsabilidad de la salud corresponde a cada uno de nosotros, naturalmente con el debido respaldo de una acción sanitaria eficaz.

En este tipo de prevención «para adultos» pueden incluirse dos grupos de actividades principales: las que requieren la colaboración del médico y las basadas en cambios del estilo de vida de la sociedad o del individuo. Figuran entre las primeras todas las medidas destinadas a la detección de determinadas enfermedades- por ejemplo, la amniocentesis de la embarazada para descubrir la presencia del mongolismo en el feto, el análisis regular de las células del cuello uterino (prueba de Papanicolau) para diagnosticar el cáncer en sus etapas iniciales, la medición periódica de la tensión arterial para descubrir la hipertensión o la dotección psicosocial para hallar los casos de niños maltratados antes de que las consecuencias físicas o psíquicas sean irreparables.

Competitividad y equilibrio psíquico

Las medidas de modificación del modo de vivir son evidentemente más difíciles de aplicar. La ruda competencia típica de las sociedades industriales no es en absoluto un elemento que favorezca el equilibrio psíquico, pero, en una situación de crisis económica como la actual, es difícilmente evitable. Corresponde a cada individuo adoptar los procedimientos idóneos para crear un entorno que reduzca al mínimo el efecto nocivo de la lucha por conservar el empleo o mantener o elevar el nivel de vida.

Para cuantos creemos en la suprema importancia de la libertad, las acciones médicas preventivas plantean un delicado problema: ¿hasta dónde es compatible la líbertad con ciertas limitaciones impuestas por la prevención?

El problema ha sido objeto de amplio debate en Suiza, con motivo de la reciente Votación popular sobre la obligatoriedad de llevar abrochado el cinturón de seguridad en el automóvil, y los oponentes a tal obligación han señalado que, tratándose fundamentalmente de un riesgo individual, debería dejarse a cada persona plena libertad para elegir si desea preservar o no su vida o su integridad personal.

El problema no es tan sencillo- la existencia de los sistemas de seguridad social hace que toda lesión, enfermedad o defunción sea soportada no sólo por la persona afectada, sino por el conjunto de la colectividad, y la transmisión de ciertas enfermedades implica que la adopción de medidas preventivas contra las mismas no sea sólo una responsabilidad individual, sino también colectiva.

En el caso concreto del cinturón de seguridad, la Oficina Regional de la OMS para Europa ha calculado que su empleo generalizado, sobre todo en carretera, reduciría a la mitad las cifras de morbilidad y mortalidad entre los automovilistas. Teniendo en cuenta que los accidentes del tráfico provocan unas 120.000 defunciones anuales, es fácil calcular el precio de la libertad para emplear o no el cinturón.

Igual que en otros sectores, en la medicina preventiva puede estimarse que la libertad debe tener cortapisas siempre que su ejercicio no ponga en peligro la salud de los demás ni represente una carga para la colectividad. La realidad muestra que esto sucede en muy pocos casos. El individuo que abusa de las bebidas alcohólicas puede invocar la libertad para actuar así, pero si llega a padecer una cirrosis hepática, la carga de su tratamiento será en gran parte soportada por la colectividad.

J. A. Valtueña es presidente del Centro Internacional de Educación para' la Salud (CIES) y consejero de la Liga Vie et Santé de Ginebra.

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