Celebran una verbena surrealista en Santander
Los que anoche quisieron asistir a la verbena surrealista organizada por el curso sobre arte de este signo que se está celebrando en la Universidad Menéndez y Pelayo, en Santander, tuvieron que llevar, por orden de la comisión organizadora, cinco esdrújulas y tres graves, además de dos pares de castañuelas, 150 pares de gafas sin cristal, un hábito de franciscano, una voluta jónica (no se admitían copias), tres patinadores rusos, goma de mascar usada de tres cursos diferentes, grava para pegar «a la intencionada goma», tres crías de langostas vivas, bollitos tiernos de pan (en su defecto, duros), media docena de platos de postre con sus correspondientes cubiertos y, como es lógico, un atuendo conveniente para tan surrealista ocasión.A la fiesta no acudió «la maga surrealista» Maruja Mallo, que «dejó palacio» apenas dada su conferencia, ni hubo adhesión del admirado Dalí, al que los festivos acababan de brindar un manifiesto. Pero hubo espontáneos que, con el tiempo, pueden cuajar unos buenos sueños surrealistas. Los profesores del curso, a pesar de sus esfuerzos, estuvieron «irremediablemente burgueses».
Por otra parte, ya en el terreno de la teoría del arte, el crítico Eduardo Westerdahl, al hablar del Panorama vital del surrealismo, en el citado curso sobre este movimiento artístico, señaló el abandono en el sueño en el que se sumió esta corriente y en su cierta gratuidad.
Westerdahl inició su conferencia con un texto inédito de su mujer, Maud, sobre una serie de cuadros de hábitat surrealista: el eros, los animales, la muerte, la mujer y otra serie de escenas que fueron vividas por ella, dado su matrimonio con el pintor Oscar Domínguez y el conocimiento de los miembros del grupo en las postrimerías del movimiento surrealista.
Influencia y repercusión
Instalando «los genes históricos» del movimiento en las obras pictóricas de los siglos XVI y XVII, con artistas considerados protosurrealistas, Westerdahl aclaró las relaciones del surrealismo con los dadaístas y la razón de ser de este último grupo, por operar con una sociedad suicida que había desencadenado la guerra de 1914 y el exterminio de unos valores culturales. También insistiría en la fuente onírica del movimiento y en la influencia que tuvo en modas y en las propias costumbres del hombre actual, «buscando la realización de un hombre nuevo que no llegaron a encontrar, aunque su influencia es notoria en toda la vida de los contemporáneos».Westerdahl concluyó diciendo que pueden establecerse reparos a los neosurrealistas por falta, en muchos casos, de sinceridad y por seguir una moda, «pero cuando se producen obras que responden al célebre automatismo, que trataba de encontrar Breton, pasan a ser verídicas razones del creador surrealista».
Por su lado, Luis Racionero habló, en el mismo curso, acerca del Surrealismo del Ampurdán.
Luis Racionero ve a «este territorio, donde Pirineos y Mediterráneo se encuentran», como tierra de paso, pasillo de invasores desde hace 2.000 años, lo que fomenta la mentalidad de tolerancia, adaptación y escepticismo.
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