El aceite de oliva tiene un precio
Si en algo estamos de acuerdo en los artículos publicados últimamente en la Prensa, especialmente con el editorial de EL PAIS del jueves 2 de julio de 1981, es que el aceite ha sido el arma de los homicidas y en que los productores y consumidores españoles tienen un trato desigual respecto de los comunitarios; y en poco más. Porque ni la Administración ha demostrado estar a la altura de las circunstancias ni la información ha sido adecuada, a pesar de los grandes deseos y buena intención que han demostrado unos y otros.Sólo en el Tercer Mundo se puede dar que, después de cuatro meses, 87 víctimas y cientos de millones no hayan sido capaces de decirnos qué es lo que ha sucedido, cómo y dónde están los verdaderos responsables y qué es lo que se piensa hacer de una vez por todas.
Es necesario que de un plumazo se termine con la descoordinación ministerial y se concentren las competencias en los ministerios correspondientes. En mi opinión, Sanidad debe controlar todo lo que haga referencia a la salud pública, y, Agricultura debe hacer lo propio en cuanto a calidad de los alimentos (Ministerio de Agricultura y Alimentación). De la investigación científica y control sanitario mejor no hablar, pues el descubrimiento se ha debido a un proceso empírico derivado de la observación de un buen médico. Con todo esto, podemos identificarnos con la frase de EL PAIS: «Pero en un sistema democrático, la política del avestruz o la estrategia de esconderse en un armario no es aceptable ni, a la larga, posible».
En lo que hace referencia a la política de grasas, lamentamos que tampoco se conozca el reglamento 2.834 de la CEE y los precios que rigen en ella y que comparamos con los precios aprobados para nuestra campaña 1980-1981 (véase cuadro l).
Se ve claramente la diferencia de trato que recibe la producción y el consumo español frente al comunitario. Es cierto que el nivel de precios al ama de casa es moderadamente inferior al nuestro, excepto en el caso del aceite de calidad italiano (oleo saso), que está de diez a quince pesetas por encima de las primeras marcas españolas.
No tienen ningún fundamento las referencias a la calidad, pues nuestro aceite de Borias Blancas, Mora de Toledo, Puente Genil y Priego y de la Campana es la base del coupage del aceite italiano tipo Riviera.
En lo que hace referencia al tipo de aceite del resto de la cuenca mediterránea, no resiste la comparación en lo que a calidad se refiere. En el balance oleícola que se adjunta como anexo se pone de manifiesto que sólo en la campaña 1974-1975 se produjo una baja en el consumo, que también afectó a Italia; desde ese momento no ha dejado de subir.
En cuanto a exportaciones, queda claro que mantenemos una línea próxima alas 100.000 toneladas (Italia exporta una media de 15.000 toneladas), y este año, a pesar de que Libia, gran comprador el año pasado, se ha abastecido del mercado de Túnez y Turquía, hemos aumentado la exportación en pequeño envase en un 34%. Nuestra exportación a la Comunidad oscila del 30% al 40% del total y, a pesar de que la restitución comunitaria es de veinticuatro ECU, que supone el 12,21 % sobre el precio de garantía comunitario, frente a las cinco pesetas de España, que sobre las 128 pesetas de nuestro precio de garantía supone sólo el 3,88%, a pesar de todo, el retroceso en el mercado no llega al 5%. Estas son pruebas evidentes de que estamos en condiciones de ejercer el papel de árbitros en el mercado mundial de oliva, incluso, gracias a su importancia en las transacciones en el mercado de grasas vegetales, influir en el futuro de las mismas. Nuestra retracción permite que multinacionales como Unilever impongan su criterio con las margarinas en el consumo europeo.
La mal llamada neumonía, que ha resultado ser una intoxicación, y el generoso ofrecimiento del Patrimonio Comunal Olivarero para canjear basura por aceite de oliva virgen, está poniendo de manifiesto que el fraude tiene unas dimensiones que sobrepasan los niveles de un grupo de garrafistas y de unos indeseables industriales y comerciantes. Los 150.000 litros entregados a Insalud asemejan la cifra a las 150.000 toneladas de fraude que estima la producción que se hace con las distintas grasas vegetales.
Las 300.000 toneladas de excedentes de oliva que tanto obsesionan desaparecerán en la campaña 1981-1982. La neumonía del Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, unida a la sequía, reducirán la cosecha a unas 280.000 toneladas y nos dejarán los excedentes en unas 60.000 toneladas, cifra escasa para un país que ha perdido muchos mercados por falta de una presencia adecuada.
La vecería es muy peligrosa en el ámbito comercial.
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