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Fallece por huelga de hambre el miembro del IRA Kieran Douherty, diputado irlandés

Andrés Ortega

Las escenas de violencia se multiplicaron en Belfast en cuanto corrió la noticia, en la tarde del domingo, de que había fallecido, tras 73 días en huelga de hambre, Kieran Douherty, miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA) Provisional y diputado del Parlamento irlandés.

Su muerte -que viene a desestabilizar el equilibrio parlamentario en el Eire- ocurrió 42 horas después de la de Kevin Lynch, que fue enterrado ayer con honores paramilitares, mientras crecen las dudas sobre las ventajas políticas de las huelgas de hambre, de las que ya han fallecido ocho presos norirlandeses en la cárcel de Maze.Kieran Douherty, de veinticinco años de edad, que cumplía una condena de dos años por posesión de armas, murió a las 19.16 horas (20.16 hora de Madrid) del domingo. Como ya viene siendo la norma, el único comentario del Ministerio de Irlanda del Norte señala que Douherty "se había quitado la vida al rehusar alimentos e intervención médica". Tras el anuncio de su muerte, de las calles de los barrios católicos del oeste de Belfast volvieron a surgir los característicos silbidos y ruidos de tapaderas que acompañan a estos acontecimientos, mientras la violencia se disparaba en esta y otras ciudades, como Londonderry, Dungannon o Lurgan, alcanzando los niveles que acompañaron a la muerte de Bobby Sands. Las fuerzas de seguridad se vieron atacadas con bombas de gasolina y morteros. Las dos piernas de un soldado de veintiún años hubieron de ser amputadas.

La muerte de Kevin Lynch, miembro del Partido Socialista Republicano Irlandés -brazo político del Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA)-, en la madrugada del sábado, desembocó también en violencia. El domingo, dos policías fallecían, cuando una bomba de trescientos kilógramos les estalló bajo su coche-patrulla. Lynch fue enterrado ayer en Dungiven, cerca de Londonderry. Las tres salvas disparadas sobre su féretro por un comando de seis encapuchados del INLA, en terreno eclesiástico, hizo que el sacerdote que estaba oficiando el funeral se negara a llevar sus hábitos para enterrarlo en la tumba.

El apoyo popular a las huelgas de hambre parece estar perdiendo fuerza, y aumentan las presiones sobre los presos para que depongan su actitud. El Gobierno británico no está dispuesto a ceder ante las cinco demandas de los presos republicanos, que, a ojos de la primera ministra, Margaret Thatcher, significan un estatuto político. El cardenal primado de Irlanda, Thomas O'Fiaich, horas antes de la muerte de Douherty, pidió que los presos abandonaran su huelga.

La reciente visita a la cárcel de Maze de Gerry Adams, vicepresidente del Sinn Fein Provisional (cobertura política del IRA), vino a indicar que el movimiento republicano ya no está sacando mucho provecho político de estas muertes. Naturalmente, la retórica es muy otra, pero es sabido que los que están fuera de la cárcel nunca apoyaron estas huelgas, ápesar de que "hayan clarificado la situación política, con los consiguientes perjuicios para el establishment", según señaló un portavoz del Sinn Fein a EL PAIS.

La madre de otro de los huelgistas de hambre ha señalado que si su hijo pierde el conocimiento, autorizará a los médicos a salvarle la vida, como lo hizo el viernes la familia de Patrick Quinn, que llevaba 47 días en huelga de hambre. Quinn salió ayer del coma y, consciente, según fuentes oficiales, siguió aceptando el tratamiento inédico que se le suministraba.

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La muerte de Douherty pesa sobre el futuro del Eire, donde el actual Gobierno de Garrett Fitzgerald sólo cuenta con una mayoría de dos diputados. El otro preso norirlandés que ocupa un escaño en el Sur, Paddy Agnew, podría dimitir, provocando la caída del actual Gobierno del Eire. El líder de la oposición, Charles Haughey, expresó ayer su pésame por la muerte de Douherty, mientras Fitzgerald añadía a sus condolencias su pesar por la muerte de los dos policías en el Ulster, intentando así atraerse a un gran sector de la población de la República, cada vez más alienada de la causa republicana del Norte.

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