La Alianza Atlántica aguarda con inquietud los resultados de las elecciones de hoy en los Países Bajos
ENVIADA ESPECIALLa Alianza Atlántica aguarda con inquietud los resultados de las elecciones generales que se celebran hoy en los Países Bajos: los holandeses elegirán no sólo los 150 diputados de los Estados generales (Cámara Baja), sino también, muy probablemente, el rechazo total de la más importante decisión adoptada por la OTAN en los últimos veinte años, la instalación de los euromisiles. El acuerdo de diciembre de 1979, por el que cinco países miembros de la Alianza Atlántica, entre ellos los Países Bajos, aceptaban, en principio, la fabricación e instalación en su territorio de 545 misiles de lago alcance ha sido, en efecto, uno de los puntos fuertes de la campaña electoral.
Los euromisiles estuvieron ya a punto de provocar la caída del Gobierno de Andreas Van Agt (coalición de democratacristianos y liberales), en 1979, cuando diez diputados del ala izquierda de la DC rompieron la disciplina de voto y se alinearon con los socialistas. Para evitar una moción de censura, Van Agt recurrió a una estratagema: los Países Bajos aprobarían en el seno de la OTAN la fabricación de los Pershing 2 y de los Cruise, pero no darían su autorización para la instalación de los 48 misiles que le corresponden antes de conocer cómo se desarrollaban las negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El primer ministro confiaba en que las conversaciones entre los dos gigantes se desarrollarían suficientemente deprisa como para volver a plantear el problema en el Parlamento antes de 1983, fecha prevista para el despuegue real de los cohetes.Casi dos años van a transcurrir antes de que Washington y Moscú se sienten siquiera a discutir, dos años en los que los movimientos pacifistas han ido ganando adeptos no sólo entre la población de los Países Bajos.
Funcionarios de la Alianza Atlántica no ocultan su irritación ni su inquietud ante e¡ desarrollo de la campaña electoral holandesa que, además, amenaza con «contagiar» a los belgas, también reticentes ante la idea de acoger su «cuota» de euromisiles.
La decisión de diciembre fue adoptada por unanimidad y sigue estando plenamente en vigor, se limitan a comentar oficialmente fuentes aliadas. Pero los resultados de las elecciones de hoy pueden cambiar el panorama.
Los Países Bajos son el paraíso de los partidos pequeños (cerca de veinticinco acuden hoy a las urnas), pero a la hora de la verdad, como en todas partes, sólo cuentan cuatro capaces de llegar al Gobierno. La Democracia Cristiana (CDA), creada con la fusión de dos partidos protestantes y uno católico; los liberales (VVD), los únicos que apoyan sin vacilaciones el acuerdo aliado; los socialistas (PVDA), el partido más importante del país, aunque se encuentre actualmente en la oposición, y la Democracia 66 (D66), movimiento de centro- izquierda reformista que en sólo cinco años se ha convertido en el auténtico árbitro de la política de los Países Bajos.
Según todos los sondeos realizados hasta el momento, la D-66 deberá doblar sus escaños, pasando de los ocho actuales a diecisiete o dieciocho, mientras que tanto la Democracia Cristiana (49 escaños), como los socialistas (52) perderán uno o dos. El gran vencido debe ser el VVD, que previsiblemente no podrá formar parte de la próxima coalición gubernamental.
Sí las predicciones se confirmaran, la coalición más probable estaría integrada a tres bandas, democratacristianos, socialistas y D-66, lo que significaría, como poco, el aplazamiento sine die de la decisión holandesa sobre los euromisiles. Tanto el PVDA corno la Democracia 66 se niegan a que los Países Bajos acojan los 48 Cruise. Van Agt se vería obligado, si quiere que la DC continúe en el Gobierno, a aceptar un programa «antinuclear» que, por otra parte, no disgusta a muchos de sus compañeros de partido.
Las negociaciones post elección serán, como ya es tradicional en este país, largas y complicadas. El líder socialista, Joop den Uyl, antiguo primer ministro, aspira a presidir el nuevo Gabinete y para eso recuerda continuamente a los holandeses que si Mitterrand es presidente de Francia, ha sido gracias al «voto útil». Den Uyl teme como a un nublado a los pequeños partidos izquierdistas que, cada cuatro años, le arrebatan los miles de votos necesarios para imponer su política.
La crisis económica
El segundo gran frente de esta campaña electoral ha sido, como era de prever, la crisis económica. Van Agt y Hans Wiegel, jefe de fila de los liberales, han intentado en las últimas semanas atraerse algunos votos con la aprobación de sustanciosas ayudas estatales a empresas a punto de quiebra. Pero el balance de sus cuatro años de gestión no resiste muchas críticas.
Los Países Bajos tienen oficialmente 340.000 parados, es decir, un 7% de su población activa, y la inflación supera el 6,5%. La cifra de desempleados es mucho mayor si se tienen en cuenta las casi 600.000 personas que se acogen a la declaración de «no apto para el trabajo», alegando todo tipo de razones, desde crisis nerviosas hasta la incapacidad de soportar un horario continuado.
Todos ellos disfrutan de una pensión mínima de cerca de 60.000 pesetas mensuales. El fracaso de la política gubernamental, que había prometido públicamente no superar la barrera de los 150.000 parados y el 3% de inflación es evidente, y así lo reconocen hasta algunos miembros del actual Gabinete. Wiegel, por ejemplo, se echó a llorar literalmente en un programa de televisión, cuando un oyente, que se acababa de quedar viudo, contó que los recortes en la política social previstos por los liberales y democratacristianos iban a arruinar su vida. Bien es cierto que el líder liberal acaba él mismo de perder a su mujer en un accidente de coche.
Si para la desesperación de la OTAN socialistas y Democracia 66 forman un frente único a la hora de rechazar los euromisiles, los acuerdos entre las dos formaciones no pasan de ahí. En el plano económico, los reformistas de Jan Terlouw son partidarios de un recorte del gasto público y de una mayor austeridad nacional. Otro elemento de discusión que hará aún más difíciles las negociaciones para la formación de la nueva coalición gubernamental, como la política de vivienda, que se ha convertido en un elemento fundamental de la campaña electoral. No en balde el movimiento Kraker (ocupantes ¡legales de viviendas vacías) recibe el apoyo de una parte considerable de los jóvenes holandeses, desesperados de comprobar cdmo su país, con una densidad de población superior a la .japonesa, parece incapaz de ofrecerles lo más indispensable: un sitio donde vivir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.