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La normalidad vuelve paulatinamente a Guinea Ecuatorial

Un mes después de la conspiración que sacudió a Guinea Ecuatorial, la normalidad parece volver a la ex colonia española, en medio de enormes dificultades económicas y agudas contradicciones políticas. En los primeros días de abril, algunos militares y civiles -según datos oficiales, alrededor de cuarenta-, la mayor parte de ellos altos funcionarios de la Administración y antiguos dirigentes del régimen anterior, fueron detenidos e interrogados bajo la acusación de conspirar contra el Estado.

Un mes después de estos hechos, a la espera de un juicio público que aclare definitivamente lo sucedido y que se está preparando en Malabo, la calma comienza a desplazar la tensión y sobresaltos de los días pasados.Se mantiene aún, eso sí, una vigilancia estrecha en los puntos clave de la capital de la nación y la ciudad de Bata, reforzando al anochecer, cuando caen las barreras que impiden el acceso a aeropuer tos y zonas prohibidas custodiadas por soldados, campamentos militares y barrio presidencial, especialmente.

Sin embargo, la intervención enérgica del coronel Obiang Nguema, quien afirmó por radio y televisión que de ninguna manera toleraría el Consejo Militar Supremo que preside "luchas tribales o políticas que impidan a nuestro pueblo salir de la miseria y el terror en que los sepultó la dictadura", ha contribuido a normalizar la situación.

Dos días después de esta intervención, en la que aludió veladamente a una maniobra política «de viejos líderes que quieren lograr ahora con engaños y sobornos lo que no consiguieron en el pasado», Teodoro Obiang viajó a Río Muni tal y como tenía proyectado antes de que fuera desbaratada la conjura, sin retrasar por ello su visita de inspección y trabajo.

El jefe del Estado guineano permaneció nueve días en el continente, de donde regresó a Malabo: en Bata habló personalmente con los representantes de todos los sectores, a los que pidió expusieran sus quejas con detalle.

En algún momento, marginando a su guardia personal marroquí que le protege celosamente con pistolas y metralletas, rompió el cerco de seguridad para mezclarse con la población y caminar a pie por las calles de Bata, con evidente intención de ofrecer una imagen tranquilizadora en medio de un ambiente cuajado de sospechas y temores.

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En Bata tomó el coronel, al parecer, la decisión de trasladar a esta capital el Gobierno de la nación durante tres o cuatro meses al año, para controlar más y mejor la situación de la región, que está distanciándose peligrosamente del resto del Estado, y hacer frente con eficacia a los problemas que plantea su precaria infraestructura y deficiente abastecimiento.

En efecto, las mejoras ambientales experimentadas en la isla de Bioko desde hace año y medio apenas son visibles en el continente, donde abundan los coches destripados en las calles principales de Bata, mientras en Malabo desaparecieron casi completamente, y las fachadas resquebrajadas y mugrientas de los edificios principales, destrozados durante la época anterior, van recobrando los colores luminosos de sus mejores tiempos.

Frustración generalizada

Por lo demás, la vida ciudadana sigue su ritmo en la isla y el continente, con maniflesto desinterés hacia el trabajo por parte de la mayoría de la población, que siente una cierta frustración al no mejorar sus condiciones de vida.Escasean los productos de primera necesidad y sobran bebidas alcohólicas, de las que nunca se carece ni aquí ni en la isla, aunque falte lo más imprescindible, como carne, pan o pescado.

El coste de vida se ha duplicado en medio año, y hoy ya no es posible conseguir una cerveza en Guinea por menos de cuatrocientos ekuelé (doscientas pesetas) ni comer por menos de 4.000 ékuelé (2.000 pesetas). Sin embargo, el salario medio del guincano es de 8.000 pesetas mensuales.

Continúa racionado el abastecimiento de agua, dos o tres horas al día, a pesar de las lluvias torrenciales que desde hace quince días se precipitan sobre Guinea Ecuátorial acompañadas de aparatosos tornados y tormentas espectaculares.

El fluido eléctrico de Bata y Malabo mejoró el último mes, pero las restricciones y apagones bruscos son frecuentes. En cuanto al resto del territorio nacional, permanece sin electrificar, aunque existe un proyecto para ello que no acaba de ponerse en marcha.

Y se siente la falta de confianza del sector privado y la de inversión de los hombres de negocios que acuden a Guinea con la intención de obtener un mayor rendimiento con menor coste posible. Gran parte de la cosecha de cacao se quedará este año también en el árbol, sin que pueda ser recogida por falta de mano de obra.

Así, entre unas cosas y otras, la economía guineana, que experimentó una reactivación esperanzadora en los meses siguientes al golpe militar, se encuentra hoy prácticamente colapsada.

Corrupción y mercado negro

Porque, a pesar de la buena voluntad de Teodoro Obiang y algunos de sus colaboradores y de las condenas ardientes de la inmoralidad ciudadana con frecuentes amenazas de castigo, el mercado negro, la corrupción y las prácticas abusivas están al orden del día entre funcionarios, militares y otros ciudadanos.A pesar de ello, el programa del hombre que desafió los zarpazos feroces de el Tigre, al que logró ejecutar, sería seguir adelante con su plan de austeridad y democratización, aunque sin contar para ello con partido político alguno por ahora.

En este sentido, la presidencia del Consejo Militar Supremo promulgó hace unos días un decreto por el que se articula por primera vez en la historia de Guinea Ecuatorial el funcionamiento de los consejos de poblados, a los que se dan atribuciones en materias jurídicas, de sanidad y educación, entre otras, para que sean administradas por los representantes elegidos por la colectividad.

Al coronel Obiang, quien ha de enfrentarse con frecuencia en solitario a dificultades complejas y recias intrigas, se le plantea, en opinión de los observadores, un dilema de difícil solución. Si quiere cumplir su programa de reconstrucción nacional sin enfrentarse a los militares deberá seguir contando con ellos para los cargos políticos de mayor, responsabilidad del Estado.

Pero, al mismo tiempo, si continúa situando en segundo plano a los civiles, jóvenes preparados y políticos que lucharon contra la dictadura dentro y fuera, le va a ser muy difícil institucionalízar el régimen que preside y poner definitivamente al país en marcha, creen los mismos observadores.

La impresión general en Guinea Ecuatorial es que él lo sabe y estaría tratando de convencer a los militares para que se decidan a regresar a los cuarteles y abandonar el espacio político que ocupan desde el 3 de agosto de 1970.

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