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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tras las huellas de Buñuel

Siguiendo el ejemplo de su país de origen, Eraserhead se proyecta ahora en España, tras el éxito de El hombre elefante, anterior película del mismo autor. Realizada ésta con la colaboración y ayuda del Instituto Americano para el Progreso del Cine, supone en cierta medida un trabajo de laboratorio o seminario y, al tiempo, un lejano homenaje a Buñuel. Cine de provocación y ensayo entre absurdo y horror, se hace evidente en él su intención primordial, no sólo en el tratamiento de la imagen o en la pura escenografía, sino fundamentalmente en la terrible criatura que, por encima del protagonista, se convierte en personaje principal de sus sueños, de sus continuas pesadillas. Su presencia y parodia de recién nacido, sus vagidos irónicos, su muerte entre estertores y aluviones de sangre, resultan un plato demasiado fuerte para cierto tipo de espectadores.Tal debió ser la impresión recibida hace ya muchos años por los que conocieron La edad de oro, de la que Lynch parece remoto discípulo. Sin embargo, en este drama alucinante de misterio y temibles sugestiones, lo que más llama la atención, aparte de su técnica impecable y su ejemplar fotografía, es su puesta al día, que desde los caminos de la fantasía y la anticipación le convierte en relato a un tiempo próximo y distante, con una dosis excesiva de rigor cerebral.

Eraserhead (Cabeza borradora)

Dirección, guión, montaje y efectos especiales: David Lynch. Fotografía: Frederick Felmesy Herbert Caldwell. Intérpretes: John Nance, Charlotte Stewart, Allen Joseph, Jeanne Bates Judith, Anna Roberts, Laure Neal. EE UU. Blanco y negro. 1972. Local de estreno: AIphaville 4.

Realizado, según su autor manifiesta, a partir de experiencias personales, la sordidez del tema tiene poco que ver con los habituales elementos reales; recuerda más al teatro de lonesco en ocasiones y a toda la iconografia miserable que, desde la pintura a la poesía, han dejado al descubierto él rostro invisible, hasta hoy, de la sociedad y el hombre. Ciertamente, hay bastante surrealismo en la obra de Lynch; un enfrentarse con los tabúes tradicionales -maternidad, padre, familia- y un oficio que, a un tiempo, atrae y rechaza a los espectadores, manteniéndolos pendientes de su desenlace. De todos modos, un filme para estudiosos del cine no demasiado impresionables. Los aprensivos, los que toman al pie de la letra las imágenes, es posible que no lo olviden fácilmente.

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