Los toros de Guisando
El espectáculo que ofrecen los toros de Guisando en días festivos y fines de semana es lamentable y bochornoso.Por lo visto, todo el mundo, pequeños y mayores, se ven obligados, obedeciendo a un irreprimible impulso, a hacerse fotografiar a lomos de los sufridos de piedra que han soportado impertérritos siglos de lluvias, nieves y vientos, así como alguna que otra revuelta guerrera.
Pero la civilización, que todo lo quiere ver, todo saber, todo poder y todo arrasar, llega con sus motores, sus gritos y sus ganas de cabalgar a unos monumentos prehistóricos más notables de esta Castilla que, de nuevo, como dijo el otro: «Desprecia cuanto ignora».
Si nadie lo remedia, o el Ministerio de Cultura, cerrando el recinto o poniendo un vigilante los días proclives a la barbarie (solución que me avergüenza pedir), o los propios vigilantes que tomen de una vez una conciencia respetuosa, si nadie lo remedia, decía, corremos el riesgo de ver destruidos en unos años lo que la naturaleza y la historia han mantenido durante casi 3.000./
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