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Antonio Saura expone en Zaragoza una antológica de su obra

En la capital aragonesa presentó hace 31 años su primera muestra individual

Uno de los principales acontecimientos culturales de la temporada en Zaragoza lo está constituyendo la exposición antológica de Antonio Saura en la sala Luzán, que abarca el periodo comprendido entre 1948 y 1980, es decir, desde que comenzó a pintar, durante la obligada inactividad a la que le sometió una enfermedad, hasta su obra más reciente.

En la muestra se ofrecen un centenar de obras sobre papel -Saura prefiere trabajar sobre papel porque dice que tiene más posibilidades que el lienzo-, que incluyen pinturas,- collages y dibujos. Esta es su segunda exposición individual en Zaragoza, a donde vuelve después de 31 años. Precisamente, en 1950 y en Zaragoza, fue la primera vez que la obra de Saura vio la luz pública; su primera exposición tuvo como marco la sala Libros, de esta ciudad, y parte de la obra de entonces está presente también en esta ocasión.La antológica de Saura es una muestra completísima de la evolución del pintor, desde los comienzos plenamentesurrealistas, pasando por sus monstruos aterradores y sus crucifixiones. «Ahora hago pintura figurativa», dice Saura, «pero sólo la utilizo como pretexto estructural, creo que la visión sigue siendo surrealista».

Saura, como buena parte de sus críticos, cree que su pintura es heredera, o mejor, continuadora, de ese sentimiento trágico y atormentado latente en los autores españoles desde el siglo de oro, pero piensa -y así lo afirmó en la inauguración- que también hay en su obra. actual una vinculación con el humor. «Con el humor intento liberarme del peso de la historia que transmiten los grandes maestros».

Antonio Saura, nacido en Huesca en 1930, dice también que sus monstruos no son una protesta, sino fantasmas personales. Habla de los recuerdos de su infancia en Huesca, recuerdos extraños que abarcan desde las procesiones de la Semana Santa oscense hasta fantasías personales: «Recuerdo que una vez volé». Aragón reivindica a Saura, pintor de alcance universal, y él dice que se siente aragonés, pero que es peligroso buscar elementos aragoneses en su pintura. «Actualmente siento una especie de dicotomía espiritual, por un lado la llamada de la tierra y, por el otro, la fuerza del ambiente parisiense donde vivo».

Este montaje de la obra de Saura, uno de los mejores que se le han hecho, según confesó el propio autor, se presenta en la sala Luzán, de Zaragoza, sección cultural de la Caja de Ahorros de la Inmaculada, que lleva una excelente trayectoria desde su apertura, en 1977. Precisamente, la primera exposición que se ofreció entonces fue una colectiva de seis maestros aragoneses contemporáneos. Allí estuvo Antonio Saura junto a Fermín Aguayo, Manuel Viola, Manuel Vitoria, Pablo Serrano y José Orús. La exposición de apertura de la segunda temporada fue con cinco destacados valores de la pintura aragonesa actual, más jóvenes y más cercanos a la vida local: Natalio Bayo, José Luis Cano, Pascual Blanco, Pedro Giralt y la Hermandad Pictórica. Luego ha habido individuales de algunos de ellos y, sobre todo, una buena selección del arte contemporáneo en general, desde Canogar, que inició este curso, hasta Eusebio Sempere, que será quien cierre la temporada.

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