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Reportaje:

Sueño y depresión en el arte americano de entreguerras

Exposición sobre el tema en la Academia de las Artes de Berlín

Mientras la exposición londinense se remontaba a 1908, época del grupo de los ocho, creador con su realismo antiacadémico y su temática de lo cotidiano de la famosa escuela del basurero (ash can school), una gran exposición de la Nueva Sociedad para las Artes Plásticas (NGBK) en las salas de la Academia de las Artes de Berlín Occidental ha hecho hincapié con más de mil lienzos, bocetos de murales, libros, obras gráficas y diversos documentos y publicaciones en los años veinte y treinta. No para enfocarlos, como ha hecho hasta ahora la crítica norteamericana, únicamente bajo un punto de vista formal y estético, sino para mostrar las interferencias entre arte, historia cultural y política que se produjeron en una época de prosperidad económica y consiguiente depresión, a raíz de la crisis económica mundial de 1929. De este modo, el visitante no sólo descubría aspectos inusitados del arte norteamericano, sino que podía informarse, por ejemplo, sobre las consecuencias funestas que tuvo la erosión del suelo en los años treinta. Los frutos de una explotación irresponsable de la tierra quedaron plasmados en las fotos de Walker Evans o en la novela Las uvas de la ira, de John Steinbeck. El conflicto entre el campo y la ciudad que definió el paso de una sociedad rural a una industrial en la Norteamérica de entreguerras, quedaba a su vez patente en la mayoría de los 356 cuadros expuestos.

La técnica y la vida urbana

Tras la Armory Show, que dio a conocer en 1913 el arte europeo contemporáneo en Norteamérica, el intercambio intensivo con Europa desembocó en un entusiasmo por la técnica y la vida urbana inspirado en el futurismo y la nueva objetividad. Así se expresa, por ejemplo, en obras de Joseph Stella y el precisionismo de Charles Sheeler, máximo representante de un realismo nítido y cristalino sin comparación en el arte europeo. La influencia del cubismo la asimiló por otra parte Charles Demuth, en perspectivas urbanas e industriales que anticipan en su colorido el pop-art. A su fe en la técnica, la ciudad y el progreso industrial se opusieron decididamente los llamados regionalistas, que con el mito de una América inquebrantada intentaban compensar las consecuencias alienantes de la crisis económica mundial.En cuadros y bocetos de murales de Grant Wood, T. H. Benton o J. S. Curry se representan con precisión inmaculada laboriosos granjeros y trabajados campos, que dan fe del afán inagotable de sus moradores.

La influencia del estilo de los muralistas mexicanos Rivera, Orozco y Siqueiros en los muralistas, qué con el programa de ayuda económica del New Deal WPA (Works Progress Administration) extendieron el mural en toda Norteamérica, fue tan relativa como la de su temática revolucionaria. Lo limitada que estaba ésta se vio en la destrucción de un mural demasiado político, como el de Diego Rivera El hombre en la encrucijada, en el Rockefeller Center, de Nueva York. No obstante, dentro de estos límites se desarrolló una pintura sociocrítica considerable representada principalmente por W. Gropper, J. Levine o P. Evergood. En comparación con su realismo, más bien naturalista, destaca la estilización formal con la que expresa Ben Shalin su compromiso sociopolítico (Sacco y Vanzetti).

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