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Finaliza la crisis de los rehenes

Reagan recibirá a los rehenes liberados por Carter

Los aspectos técnicos de la transferencia bancaria de los fondos de origen iraní al banco central de Argelia marcaron un nuevo retraso en la liberación de los rehenes norteamericanos detenidos en Irán. Washington afirma, no obstante, que «no hay peligro» para el cumplimiento del acuerdo. La liberación podría coincidir hoy con el cambio presidencial en EE UU. Aunque la liberación de los rehenes norteamericanos se realice en la jornada de hoy, martes, el presidente demócrata Jimmy Carter no podrá cerrar su mandato con la imagen de liberador de sus 52 compatriotas, cuya detención durante más de catorce meses en Irán fue un elemento clave de la derrota electoral que le costó la presidencia.

El cambio de inquilino en la Casa Blanca tendrá lugar hoy al mediodía en Washington (seis de la tarde hora de Madrid), después de que Ronald Reagan haya jurado su flamante cargo. Para Carter los rehenes llegarán, sobre todo, con un año de retraso. Quizá habría cambiado el signo de la elección presidencial estadounidense del 4 de noviembre último. Llegarán también unas horas demasiado tarde para que, antes del traspaso de poderes, Jimmy Carter hubiera podido viajar al hospital militar norteamericano instalado en Weisbaden (República Federal de Alemania) y recibir a los rehenes con una «foto de familia» histórica para las últimas horas de su presidencia.En el mejor de los casos, de producirse la liberación de los rehenes simultáneamente con los actos del trasvase presidencial en Washington, el ex presidente Carter podría ser el enviado especial del presidente Reagan para recibirles en Alemania, antes de retirarse a su pueblo natal de Plains (Georgia). Reagan le hizo la oferta personalmente por teléfono.

Jimmy Carter anunció a las cinco de la madrugada del domingo, hora de Washington: «Hay un acuerdo para liberar a los rehenes». Inmediatamente entró en acción el dispositivo que debía permitir un viaje «relámpago» Washington-Francfort-Washington para recibir a los rehenes liberados y regresar a la capital federal norteamericana a tiempo de participar en la cesión de poder.

Ante la imposibilidad material de hacer el viaje de ida y vuelta en el mismo día, Reagan ofreció a Carter ir a acoger a los rehenes en su nombre y después de su toma de posesión.

Se sucedieron las informaciones contradictorias entre agencias de Prensa, radio y televisión sobre si los dos aviones argelinos que deben trasladar a los rehenes fuera del territorio iraní habían o no despegado del aeropuerto.

Finalmente, ocho horas después del anuncio oficial de Carter dando por concluido el acuerdo, los portavoces de la Casa Blanca y del Departamento de Estado moderaban los ánimos y excluían, por falta de tiempo, todo proyecto de viaje presidencial de Carter a Wiesbaden. Una vez más, el detalle de última hora, de orden financiero, frenaba la esperada, la casi increíble liberación de los rehenes, que entraban en su 443 día de cautiverio.

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«No puedo decir si es o no deliberado», dijo Jody Powell, portavoz de la Casa Blanca, aludiendo al retraso que anuló la posibilidad de una salida espectacular de Jimmy Carter de la Casa Blanca. «Nada en toda esta negociación se puede decir si fue o no deliberado», agregó, con amargura, el portavoz del presidente saliente.

La última noche

Louise Kennedy, esposa de uno de los rehenes y coordinadora de las familias de todos los detenidos, comentó, por su parte, que los secuestrados «podían pasar otra noche en Irán», debido al peligro que rodea (debido a la guerra con Irak) los vuelos nocturnos sobre territorio iraní. Las familias comenzaban una nueva noche -¿la última?- de inquietud e incertidumbre.

Teherán quería la prueba definitiva de que los fondos recuperados en oro y dólares propiedad del Estado iraní estaban siendo transferidos a una cuenta del Banco Central de Argelia. En total, entre 9.000 o 9.500 millones de dólares (varía, según las fuentes), que han sido el verdadero meollo de la larga y compleja negociación.

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