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Dalí proyecta en París un gigantesco homenaje al filósofo Spinoza

El pintor parece poco deseoso de presentar en Madrid la antológica de su obra

Como cada año, Salvador Dalí y Gala comenzaron enero en París, en la suite real del hotel Meurice. Como cada año, el pintor ampurdanés viajará en seguida a Nueva York, donde seguirá siendo noticia. Ahora ha confesado a France Presse su proyecto de hacer una escultura ciclópea, un caballo de 35 kilómetros en homenaje al filósofo Spinoza, que fue capaz de pensarlo y describirlo, y habló de sus preocupaciones en torno a la tridimensionalidad del arte y a su confluencia con la ciencia, sin la que esa escultura gigante sería imposible. De paso, según AFP, dijo no desear que se realice la gran exposición, el todo Dalí en Madrid.

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Desde primeros de año, Salvador Dalí y Gala, su esposa, están en París. Como todos los años por estas fechas, ocupan la suite real del hotel Meurice, la misma en la que vivió Alfonso XIII al principio de su exilio.Por primera vez, el apartamento 108 del Meurice no está ni atiborrado de objetos heteróclitos ni lleno de ruidosos admiradores. Sin embargo, Dalí ha cambiado poco. Un punto más flaco, un poco más gris, aspecto grave tras las gafas que no deja un momento, está tan vivo como siempre, pero se nota que acaba de afrontar un vendaval. Le acompañan Gala, su secretario Enrique Sabater y Robert Descharmes, comentador de su obra y viejo amigo de Dalí, con el que el pintor gusta de hablar sobre los problemas estereoscópicos que le preocupan desde hace más de diez años.

Una gran caja negra, con uno de sus lados transparente, ocupa uno de los ángulos del salón. Es su última obra, El incendio de la escuela de Atenas, su regalo de Navidad para Gala. Es una caja tridimensional que superpone dos imágenes. Cuando el espectador se va aproximando al centro del cristal, ve, frente a él, una serie de cuadros multicolores que se destacan unos de otros, mientras las imágenes montadas en plano cortado a derecha e izquierda se superponen para no dar más que una. La escuela de Atenas y El incendio del Borgo, de Rafael, se confunden, y las llamas del segundo devoran a los filósofos de la antigüedad.

«Este cuadro», explica Dalí, «expresa mi idea daliniana de los black holes, los agujeros negros de la astrofísica». Esta investigación a base de cibernética conduce, según Dalí, a una nueva dimensión del universo; a una nueva concepción de un arte universal, y ofrece la posibilidad de un renacimiento de la pintura. Dalí, que cuando dejaba París hace un año afirmó que la pintura será estereoscópica o no será, ha dado más tarde un paso adelante. Hoy dice: «Se debe pintar a base de cibernética», y añade: «En pleno surrealismo, yo había definido la pintura como «fotografía en colores, a mano, de imágenes superfinas de irracionalidad concreta. En el apogeo del arte abstracto he continuado con la misma definición, añadiendo la estereoscopia y la holografía, lo que provocó el hiperrealismo». Por otra parte, la holografia y la estereoscopia no satisfacen a Dalí. « La pintura será cibernética y a mano o no será», dice ahora.

Dalí trabaja ahora en un proyecto de anamorfosis gigante, un caballo totalmente realista que tendrá 35 kilómetros de largo. Esta escultura, imposible de realizar sin ayuda de las altas matemáticas, será un homenaje a Spinoza, que había descrito un caballo que no podía ser visto sino desde un solo punto.

Tras su enfermedad, Dalí ha hecho tres cuadros matemáticos, un caballo muerto, la apoteosis de Gala y un rostro de Gala, que acaba de depositar en el Museo de Figueras, dedicado a su obra.

Después de la kermesse heroica realizada a partir de muchos de sus temas en el Fórum del Centro Pompidou, Dalí no desea presentar el conjunto de sus obras en Madrid. Por su parte, el Museo de Figueras, que es una creación continua y forma un todo, recibe regularmente miles de visitantes, sobre todo españoles. «Es que no es un museo, es una obra de artista», precisa Gala. «Si se quiere conocer a Dalí hay que ir a Figueras».

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