Biografía de un autodidacta florentino

Escritor místico-religioso, celebrado por la jerarquía eclesiástica como un modelo de espíritu creyente, nació en Florencia el 9 de enero de 1881 y falleció en la misma ciudad el 8 de julio de 1956.Hijo de un modesto comerciante de muebles, fue un autodidacta sediento de conocimientos. En 1903 fundó la revista Leonardo, y colaboró durante muchos años en La Voce (1908-1912). Fue también redactorjefe de Regno, diario nacionalista florentino fundado por Eunco Corradini. Sus primeras obras, Lo trágico cotidiano (1906) y el Piloto ciego (1907), forman un primer grupo y caracterizan un período de revuelta contra el pensamiento dominante. Cultiva la paradoja con brío y con violencia contra las instituciones establecidas. Su ideología anárquica y liberal entusiasmó entre los jóvenes rebeldes.

Esta corriente ácrata y crítica prosigue en obras como Memorias de Dios (1912), Buffonate (1914). La obra maestra de este período es Un hombre acabado (1912), biografía emocionante, ardiente y tumultuosa que reveló a un gran escritor, de un temperamento vibrante y exaltado. Se adhiere fugazmente al futurismo de Mar¡netti, El cretino fosforescente, como decía Pirandello, y en 1915 publica Cien páginas de poesía, en donde el ardor de su fuga temperamental encuentra cauces de armonía y de serenidad.

Al final de la primera guerra mundial comienza una evolución desde la crítica iconoclasta a un sentimiento religioso profundo. La religión existe por sí misma (1918), y sobre La historia de Cristo (1921), obra apologética que tuvo un éxito mundial, sobresale por la brillantez humanista del estilo que tiene la virtud de evocar una figura de Cristo moderna y patética. Precisamente, esa sentimentalidad descarnada y a veces rayana en la lacrimosidad fue muy criticada por ciertos escritores europeos cristianos, como Mauriac.

Desde entonces prosiguió su obra de apologética cristiana con obras como Los obreros de la vid (1929), San Agustín (1929). También cabe mencionar como biografías la de Miguel Angel (1949), que contribuyó a aumentar su prestigio literario en el mundo. Por último, cabe citar El diablo (1953), que provocó ardientes discusiones, debido a que su interpretación de ese personaje se desviaba de la estricta ortodoxia católica.

La obra de Papini ha tenido tanta resonancia y divulgación que pocos escritores italianos modernos han sido tan traducidos y conocidos en el extranjero. Durante sus últimos años, paralítico casi por completo, dictaba a su nieta los artículos que publicaba en el Corriere della Sera, con el título de Schegge. Después de su muerte apareció La felicidad del infeliz.