Más de cien autores representados en la exposición sobre "La trama del arte vasco" que se exhibe en Bilbao
Desde el romanticismo de Juan Barrueta (1835-1906) hasta las tendencias más actuales, representadas por artistas que no superan los 30 años, hay siglo y medio de pintura vasca que se ha tratado de recoger en forma exhaustiva en La trama del arte vasco, una exposición de 144 obras de más de cien autores, que durante todo el mes de diciembre y hasta el 6 de enero está abierta al público en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Un grupo de artistas jóvenes, algunos de ellos con obra en la muestra, han criticado duramente el planteamiento y los criterios selectivos de la exposición.
Dos años de estudios y preparación y seis meses de intenso trabajo ha llevado su realización al equipo técnico formado por Javier de Bengoechea (director del Museo de Bellas Artes de Bilbao), Edorta Kortadi y Manuel Llano Gorostiza (críticos y escritores de arte). Los tres, con la coordinación de la crítica Maya Aguiriano, han hecho posible el loable intento de presentar de forma amplia a un público no experto los vaivenes habidos en 150 años de pintura vasca. Junto a ellos, como pieza importante en el proyecto, Leopoldo Zugaza, vocal de la junta del Museo de Bellas Artes de Bilbao y jefe de la sección de cultura de la caja de ahorros vizcaína, entidad organizadora de la exposición, en colaboración con el citado museo, de quien partió la iniciativa.Desde que el equipo empezó a estudiar el proyecto, largas fueron las discusiones en torno al enfoque, objetivos y estructura de la exposición. «Queríamos mostrar una panorámica lo más amplia posible de Juan Barrueta a las más actuales miento como tal, que puede situarse a mitad del siglo pasado, a partir de Juan Barrueta a la más actuales corrientes. Queríamos rescatar para la exposición la idea de que no se trataba tanto de hacer una antología, un mapa ilustrativo y lo que ha sido la pintura vasca en el siglo y medio», afirma Javier de Bengoechea.
Arte sin personalismos
La trama del arte vasco, explica el director del museo de Bilbao, ni tenía en su gestación inicial ni tiene ahora pretensiones antológicas, sino de muestreo de tendencias y rastreo de estilos. Se pensó que el pintor no debía ser el protagonista de la exposición y sí las tendencias.Parecía obligado recoger el mapa plural de las corrientes conceptuales y estilísticas de hoy, pero no iba a ser fácil reunir en una misma sala, por primera vez en Euskadi, las obras de «clásicos» como Barrueta, Lecuona, Zuloaga, Ricardo Baroja, Gustavo de Maeztu, Regoyos, Arrúe, los Zubiaurre, Montes Iturrioz, Arteta y Aranoa, entre otros, con los artistas de entreguerras, los de posguerra, la práctica totalidad de los componentes de los grupos de la escuela vasca (1966) y la generación de los sesenta.
La tarea de rastreo y localización de las 144 obras, en la que tuvo mucho que ver Maya Aguiriano, ocupó medio año. Esta parte importante del patrimonio artístico vasco que viene a suponer el conjunto de la obra expuesta estaba muy repartida entre artistas y particulares -una gran parte-, organismos públicos y museos de las provincias vascas.
«Había obras en otras provincias españolas, y en especial.en el Museo de Arte Moderno de Madrid (que tiene una gran colección de pintura vasca), pero preferimos arreglarnos con lo que en el País Vasco había, que no era poco», explica Javier de Bengoechea. «Procuramos evitar en lo posible la inclusión en la exposición de obras que están dispuestas permanentemente al público en museos. Por ello, y sólo a título de excepción, hay alguna obra cedida por el propio museo de Bilbao o los de Vitoria y San Sebastián».
Novedad y sorpresa
«Hemos procurado dar con obras poco conocidas de público en general para imprimir a la exposición un carácter novedoso y de sorpresa para aquél. Incluso hemos sacrificado en muchas ocasiones el mostrar "la mejor obra" en beneficio del cuadro del autor más demostrativo de un estilo. Por ello, hemos tratado de dar con obras que ejemplifiquen las influencias y los vínculos de cada artista con las corrientes o las tendencias de su época. Por poner un ejemplo, los tres cuadros de Zuloaga que se exponen no son muy conocidos para el no experto, pero en ellos se ven claramente sus vinculaciones con la generación del 98 y con el modernismo».Reconoce, sin embargo, el equipo que ha montado La trama del arte vasco, que el propósito inicial de ilustrar con un pintor, con una obra concreta, una tendencia o un estilo -puesto que en eso consiste la exposición- no siempre se ha logrado.
El título, La trama del arte vasco, que se ha dado a la muestra, lo eligió el equipo realizador como un homenaje al libro del mismo título obra de Juan de la Encina (Ricardo Gutiérrez Abascal), editado en 1919, que está considerado como el primer intento riguroso de sistematización de la pintura vasca contemporánea.
La exposición ha sido montada en una enorme sala del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en la que se han dispuesto hasta diecinueve módulos bien diferenciados, y con una distribución especial cronológica, en los que se agrupan las obras de los artistas incluidos en las otras tantas tendencias o etapas de la pintura vasca propuestas por organizaciones.
Un comienzo romántico
El punto de partida es el romanticismo, a mediados del siglo XIX, que se ofrece inmerso en una primera etapa, que se denomina «magisterio decimonónico». La generación del 98, otra etapa propuesta, aparece ilustrada con obras de Ricardo Baroja, Gustavo de Maeztu y Zuloaga. El posimpresionismo aparece representado por Francisco Iturrino, Julián Tellaeche, Juan de Echevarría y Jesús Basiano, entre otros, en tanto que Aurelio Arteta protagoniza las dos etapas sucesivas, propuestas como «de resonancias cubistas» y de «tendencia social». El período de entreguerras, que le seguirá, propone la obra modernista de José María Ucelay y Nicolás Lecuona, contrapuesta con la más tradicional de Juan de Arana o Narciso Balenciaga.La actividad artística del período de posguerra aparece recogida en la obra de los representantes del grupo El Suizo y de las asociaciones artísticas de Bilbao y San Sebastián con síntomas claros de estancamiento.
En los sucesivos apartados de Iniciación de la abstracción, Expresionismo abstracto y En torno a la abstracción gestual y lírica se recoge la obra de muchos de los integrantes de los grupos Gaur (Guipúzcoa) Emen (Vizcaya) y Orain (Alava), constituidos a partir de 1966 (Néstor Basterrechea -en su etapa de pintura-, Amable Arias, Ruiz Mieg, entre otros). Luego, en la recta final de la exposición el espectador podrá repasar lo más actual de la pintura vasca.
La "trapa" del arte vasco
Un grupo de jóvenes artistas, algunos de ellos con obra expuesta en la Trama del arte vasco, ha criticado duramente desde el día de su apertura, cuando en el acto de inauguración leían un manifiesto, que luego reproducirían en algunos medios. En él mismo se decía que la exposición, a la que llegaron a denominar La trapa del arte vasco, en cuanto reparte papeles entre unos sin contar con otros, ni tan siquiera con los artistas», nacía lastrada. «Creemos que, ada la magnitud del proyecto, su pretendida antologización histórica, los medios, el dinero empleado se podría haber ofrecido un más amplio y enriquece or panorama, perdiéndose una oportunidad única».El colectivo critica también la no inclusión en La trama del arte vasco de la obra de escultores vascos, entre ellos Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, además de universales, fundamentales para comprender el arte vasco. Es también dura la crítica al equipo organizador «por las anomalías en la exclusión de artistas por desconocimiento global o parcial de su obra» y sobre todo destaca la acusación de haber expuesto obras de artistas a los que no se consultó, «saltándose a la torera las disposiciones de la Unesco en cuanto a la propiedad intelectual».
El veredicto del público
Ante el cúmulo de críticas de este grupo de artistas jóvenes, Javier de Bengoechea, miembro del equipo realizador de la exposición (su composición también ha sido contestada por aquéllos), indica «que el juicio público dirá en qué medida hemos acertado. «No estoy en absoluto seguro del éxito o del acierto de la exposición, y en este sentido tengo reservas mentales. No obstante», añade, «debe quedar claro que no ha sido nuestro propósito dejar fuera obras o artistas, pero, de hecho, al final, como siempre ocurre, hemos tenido que hacer una selección. A ese mismo resultado llegan los museos cuando adquieren obras, las salas al planificar su calendario de exposiciones y los propios compradores».
Babelia
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