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Las fuerzas armadas uruguayas mantendrán su programa sea cual fuere el resultado del plebiscito

Tanto si se aprueba el texto constitucional como si no, las Fuerzas Armadas uruguayas están decididas a mantener en todos sus términos el «cronograma» político decidido hace tres años en un cónclave militar. Este calendario de normalización política pasa por un período de transición de seis años durante los cuales ejercerá la presidencia de la nación un hombre de «concordia nacional» elegido por acuerdo de los dos partidos políticos tradicionales y las Fuerzas Armadas. El presidente Aparicio Méndez dijo bien claro, el viernes por la noche, en su alocución radiotelevisada a todo el país, que el proceso no va a ser interrumpido, sea cual fuere el veredicto de las urnas.

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En un discurso de tono apagado, vino a decir que las Fuerzas Armadas estaban en condiciones de haber impuesto un presidente al país para el próximo quinquenio, pero que no habían querido hacerlo para iniciar con lealtad el período de recuperación institucional. Añadió a continuación que si no se llega a ese candidato de concordia con los partidos políticos, el régimen actual movilizará los mecanismos que tiene en su mano para nombrar directamente a los gobernantes que aseguren la continuidad del proceso.Terminó sus palabras diciendo que el «sí» significa «facilitar al Gobierno y a la nación los medios para iniciar la marcha hacia la normalidad sin comprometer la obra realizada. El «no» dejando de lado lo que representa como desahogo para unos pocoss, apenas significará un, reestudio de los trámites requeridos para seguir adelante».

El hecho de que el propio presidente restase importancia en su discurso a las consecuencias de un posible voto negativo al texto constitucional es interpretado como un indicio más de que el resultado del plebiscito sigue siendo dudoso en las horas previas.

La oposición- entiende que al verse obligado el Gobierno a permitir actos por el «no» para presentar una cierta imagen democrática se ha encontrado con una, contestación que ni remotamente se esperaba después de siete años de inactividad política forzosa.

¿Qué ocurrirá si se impone el «si»? El «cronograma» fijado por los militares incluye para el próximo año la promulgación de un estatuto de partidos políticos, que, según todos los indicios, abrirá la puerta a los dos partidos tradicionales en este primer quinquenio de transición. Blancos y colorados tendrán luego que ponerse de acuerdo con los militares, antes del 15 de agosto, para presentar un candidato único a la presidencia en noviembre de 198 1. El presidente sustituirá a Aparicio Méndez en marzo de 1992 y por un período de cinco años. Sólo al término de este plazo puede empezar a pensarse en una normalización democrática.

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Los sectores democráticos blancos y colorados dudan que, en cualquier caso,, el estatuto de partidos políticos que elabore el Gobierno actual permita un auténtico juego democrático. Existe el fundado temor, basado en declaraciones todavía recientes de altos mandos castrenses, de que la actividad política durante la etapa de transición quede limitada a quienes han acompañado el actual proceso político.

En esas condiciones, parece difícil que en las elecciones de noviembre del próximo año puedan participar la mayoría de las agrupaciones blancas y coloradas, en concreto las que durante esta campaña se han pronunciado por el «no» y que han sido acusadas de estar haciéndoles el juego a los «tupamaros,».

¿Cuál será la salida si se impone el «no»? Enrique Tarigo, un militante colorado que se, ha revelado como posible líder en esta campaña, opina que no puede ser gratuito un posible rechazo de la Constitución

«Este posible rechazo», declaró a EL PAIS, «vendría a demostrar que la tranquilidad que realmente se ha alcanzado en la calle no equivale, como pretende el Gobierno, a. que el pueblo uruguayo esté de acuerdo con el proceso.

¿Cuáles serían las consecuencias inmediatas de un eventual triunfo del «no»? Es difícil hacer pronósticosl- pero tal vez no se pueda descartar una primera etapa de endurecimiento, aunque a la larga -el equipo actual no podría seguir gobernando como si nada hubiera pasado en el país, con la mismas pautas con que lo hizo hasta ahora.

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